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Si sabes de alguna persona a quien yo deseara más ver en el baile que a ti, dilo.... Pero mi mujer y mi hija me sacarían los ojos, ¿sabes? ¿Y qué tengo yo que ver con tu mujer y tu hija? preguntó la irascible malagueña . eres el amo. Yo quiero una invitación y la tendré. Quedamos, pues, en que mañana me la traerás.... Dispensa, chiquita....

«, esta es la tercera o cuarta cama en que duermo... De chiquita... no hago memoria... ¡Ah, ! Mi madre era rubia, muy guapa: siempre estaba trabajando con almohadillas, encajes y alfileres...; el pelo como el oro, la voz dulce...; debió de ser muy desgraciada. ¡Por qué no habrá vivido mi madre! Luego he dormido en casa de los tíos. ¡Pobrecillos, nunca les abandonaré!

Y en seguida, como si ya no quisiera más palique ni tuviera más ansiedades, se volvió a recostar con abandono inocente en los brazos amigos, musitando: Tengo sueño.... Salvador, acogiéndola como cuando era chiquita, todavía quiso averiguar: Y ¿qué espero, di, Carmencita? Espera que yo descanse.... Espera que amanezca y que salga el sol....

Ricardo se levantó, aproximose a Marta y sacudiéndola fuertemente, exclamó: ¡Chiquita, qué remonísima eres!... No me admira que Manolito... Ya me entiendes... ¡Vaya un modo de empezar a ser formal! Lo seré con el tiempo; no te apures. Bien, pues ahora déjame concluir para llevar el caldo a mamá. ¿Sabes que he recorrido toda la casa y no he hallado a nadie?

Después de un breve silencio, encontrándose más tranquila, se disponían las dos mujeres a volver al camino, cuando vieron a cinco guerrilleros y al doctor que iban en su busca. ¡Bien, Luisa! ¡Ya puede usted llorar cuanto quiera! dijo Lorquin ; pero usted es un dragón, un verdadero demonio. Y ahora se hace la chiquita; pero todos hemos visto lo que ha hecho.

Todo lo vio, lo grande y lo chico, lo bello y lo raro; en todo metió su nariz chiquita, y no hay que decir que se permitió su poco de libertinaje, deseando conocer los encantos secretos y seductoras gracias que esclavizan a todos los pueblos, haciéndoles tributarios de la voluptuosa Lutecia.

Justamente, al cruzar tercera o cuarta vez por delante del balcón apareció en él la gentil chiquita, que al verme hizo un movimiento de sorpresa, acompañado de una mueca encantadora, se echó a reír y se ocultó de nuevo.