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Actualizado: 13 de junio de 2025
Llegó un día en que sólo se alcanzaban a ver las zapatas de los maderos que sostenían el techo del corredor, y al fin la masa constructiva lo tapó todo, no quedando fuera más que las chimeneas, y aun para columbrar estas era preciso tomar la visual desde muy lejos. Al Norte había un terreno mal sembrado de cebada.
Así, esa ciudad, que trabaja en la superficie como en el seno oscuro de su rico suelo, es hoy esencialmente fabricante, y el viajero curioso no puede ver á sus laboriosos habitantes, sus viejas, tristes y tortuosas calles y sus interesantes monumentos, sino al traves del humo y el polvo de carbon que despiden constantemente las chimeneas de sus numerosas fábricas y fraguas.
Ya he visto bastante dijo con acento de cansancio. Esto es un gran espectáculo... para el invierno. Allí, á cielo raso, oyendo de lejos el estrépito de las máquinas, viendo cruzado el espacio por las columnas de humo de las chimeneas, gozaban los dos de la frescura del crepúsculo. Es una vida dura dijo el doctor, que seguía pensando en los obreros del fuego.
Cosa rara, Juan Claudio; a medida que el loco hablaba, me parecía que volvía a ver aquellos países de otro tiempo y recordarlos como si fuesen sueños... Yo había soltado la rueca, y el viejo Duchêne, Robin, Juana, todo el mundo, en fin, escuchaba. «Sí, hace mucho tiempo añadió el loco . En aquella época ya construíais vosotros estas grandes chimeneas, y por todo alrededor, a doscientos o trescientos pasos, levantabais estacadas de quince pies de alto con las puntas endurecidas por el fuego.
En la ría, junto á las grúas que funcionaban incesantemente, dormían los vapores, con el casco invisible tras la riba, mostrando por encima de ella las chimeneas y los mástiles. Subían de sus entrañas los grandes tanques de hierro cargados de hulla inglesa y, deslizándose por los rails aéreos, iban á volcar el negro mineral en las enormes montañas de las fábricas.
Á lo lejos se veía la maleza que llegaba hasta cien metros de las rompientes y unos bancos de coral cubiertos por espesa vegetación de algas daban al agua un tinte de esmeralda. ¡Mira! dijo Tragomer enseñando á Jacobo la extensión del mar... ¡El yate! El humo negro de las chimeneas culebreaba en el cielo al cruzar el navío á un kilómetro de la costa, como estaba convenido.
¡Qué hermoso es para mí mirar el humo que parece brotar de las chimeneas, como una voz que viene á decirme: acércate, entra aquí: aquí hay una casa, un calor, una lumbre: aquí hay dos amores que se han unido y procreado; que comen, que duermen, que viven y que mueren juntos: aquí está el misterio de la vida; aquí está el misterio de aquella mujer por quien tú has llorado, cuya memoria evocas y veneras: la mujer á quien debes el bien divino de tener una madre!
Era indudable que Juan de Aguirre vivía cuando su familia y yo, de chico, asistimos a su funeral. Por las mañanas, al asomarme al balcón, veo el pueblo con sus tejados rojos, negruzcos, sus chimeneas cuadradas y el humo que sale por ellas en hebras muy tenues en el cielo gris del otoño.
Dada la disposición de aquellas casas, con sus grandes patios, con sus galerías altas abiertas, sin puertas de cristales; ¿cómo se defenderían del frío nuestros antepasados, preguntará alguien? Pues en nuestro concepto con grandes braseros de azofar, de cobre ó de plata y con enormes chimeneas, en cuyos hogares ardían cargas de leña.
Señor: Diego de Silva Velázquez, Aposentador de Palacio, dice que de los ordinarios de su oficio se le esta deviendo un año entero que ya aporta setenta mil reales y más se le deve el año de cinquenta y tres treinta mil, y los barrenderos y oficiales de mano dependientes de su oficio no sirven ni dan recado, y lo que más es que no hay un real para pagar la leña de las chimeneas del quarto de S. M. con que esta en peligro de una gran falta.
Palabra del Dia
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