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Actualizado: 26 de septiembre de 2025
Estuvo como alimentador de horno en una fábrica de vidrio, sufriendo las bocanadas de las llamas; fue minero, permaneciendo semanas enteras sin ver la luz del sol: trabajó en los telares, respirando el polvillo que blanqueaba los tejidos y le cegaba los pulmones; no hubo industria que no intentara ni oficio en que pudiese medrar.
En otro tiempo le cegó la gratitud: ahora le cegaba el ansia de cariño. Luego de haber madurado su propósito, con la astucia propia de su índole y carácter, les juntó un día y les dijo: Os llamo porque ocurren grandes novedades. Estamos medio arruinados. No podemos seguir viviendo con la holgura relativa que hemos disfrutado hasta ahora. Es necesario que uno se separe de mí y de su hermano.
Cae entonces la venda que lo cegaba; se apodera de una carta, y ve confirmadas sus sospechas. Manda que Ana sea presa por su mismo padre; ha sacrificado todo á su amor, aun oponiéndose á sus mejores inclinaciones, y se encuentra ahora vendido evidentemente. ¿A quién ha de dirigirse en este trance, sino á su esposa Catalina?
Ninguna de las pasiones nobles, que suelen agitar el corazon de un guerrero, templó esa sórdida ambicion de riquezas, que cegaba los hombres, y los hacia insensibles á los mismos males que sufrian. Los planes que se frustraban eran facilmente reemplazados por otros no menos efímeros y fantásticos; y las últimas empresas sobrepujaban casi siempre en temeridad á las que las habian precedido.
Un día, en Evian, la había acompañado a una capilla donde se celebraba una fiesta que atraía a los creyentes desde los lugares más lejanos, y él también había inclinado la descreída frente, lo mismo que todos aquellos seres humildes, pero no tanto para seguir el ejemplo de los fieles, como para ocultar el llanto que le cegaba.
Y si a Santaló cegaba el cariño apasionado, y a la tía María la bondad suma, ambos llegaron a la vez a cegar a Stein. Pero después de todo, lo que más le sedujo fue la voz pura, dulce, expresiva y elocuente de María. «Es preciso se decía a sus solas que la que expresa de un modo tan admirable los sentimientos más sublimes, posea un alma llena de elevación y ternura.»
Esta veneración no cegaba al rudo comandante hasta el punto de hacerle desconocer los defectos de su maestro. Pierrefonds era capaz de dejarse matar si le exigían una mentira á cambio de la existencia; nunca recordaba haber faltado á la verdad voluntariamente; ¡y, en cambio, su admirado maestro!...
Y lo decía con toda su alma, con la buena fe de los tramposos cuando se ven salvados, que confían ciegamente en el porvenir y creen mejorar su fortuna en lo futuro. Está bien, mamá dijo Juanito, que en medio de su enternecimiento no se cegaba . Firmaré, pero sólo por quince mil pesetas. Larga pausa. Doña Manuela, pensativa: Mira, hijo mío, quince mil pesetas justas no han de ser.
En la apariencia, la amistad entre ellos seguía inalterable. La poca gente imparcial que había en Sarrió iba creyendo que no había misterio alguno en su traslación y que todo era imaginaciones ridículas de los del Camarote, a quienes cegaba el deseo de vencer a sus contrarios. Sin embargo, pasaban los días, había entrado ya septiembre, y ni el hijo ni el hermano del magnate acababan de llegar.
El Inocente descansaba tranquilamente, con una apacible sonrisa en su rostro cubierto de pecas, y la virgen Flora dormía entre sus frágiles hermanas, como si le custodiaran guardianes angelicales. Don Jorge, echándose la manta sobre los hombros, se atusó el bigote y esperó la luz del mediodía, que vino poco a poco envuelta en neblina y en un torbellino de copos de nieve que cegaba y confundía.
Palabra del Dia
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