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Actualizado: 10 de mayo de 2025


¡Tranquilizaos, pacíficos vecinos de Kalamba! ¡Ninguno de vosotros se llama Tales, ninguno de vosotros ha cometido el crímen! ¡Vosotros os llamais Luis Habaña, Matías Belarmino, Nicasio Eigasani, Cayetano de Jesus, Mateo Elejorde, Leandro Lopez, Antonino Lopez, Silvestre Ubaldo, Manuel Hidalgo, Paciano Mercado, os llamais todo el pueblo de Kalamba!... ¡Habeis limpiado vuestros campos, habeis empleado en ellos el trabajo de toda vuestra vida, economías, insomnios, privaciones, y os han despojado de ellos, lanzado de vuestros hogares y han prohibido á los demás os diesen hospitalidad!

Don Cayetano confiesa que don Santos y don Fermín son enemigos porque son del mismo oficio.

Don Gonzalo es mero instrumento y juguete de la omnipotente voluntad y de las negras tramas de Patricio, que le maneja como blanda cera, y explota sus rencores contra don Román por el desaire de las bodas. Vid. El Tío Cayetano, periódico político que Pereda y algunos amigos suyos publicaron en Santander en 1868.

En el ceño que contraía su frente, en la preocupación que se observaba en sus ojos, comprendíase que ya sabía a qué venía llamado. Clementina se había sentado en el confidente. Estefanía se había retirado a un rincón y puso los ojos en el suelo al entrar el jefe. Vamos a ver, Cayetano; acabo de saber que después de tratar con muy poca consideración a esta chica, la ha echado usted de la cocina.

De la misma cantera proceden el derrengado y malicioso Arcediano, a quien por mal nombre llaman Glocester, el Arcipreste don Cayetano Ripamilán, el beneficiado D. Custodio, y el propio Obispo de la diócesis, orador ardiente y asceta.

De esta objecion se hace cargo su comentador el cardenal Cayetano, y defiende resueltamente con Santo Tomás, que las almas de los brutos son inextensas. Por las palabras del sabio cardenal, se echa de ver que entendia la doctrina de Santo Tomás, sobre la indivisibilidad del alma de los brutos, con todo el rigor de los términos, pues que se propone la objecion del modo siguiente.

Además le gustaba de veras la capilla y no quería más contemplaciones. El lugareño creyó que su mujer se había vuelto loca. «Estaría mareada como él». Quiso hablar, pero no lo consiguió en cuanto quiso. Obdulia soltó al aire una carcajada, que oyó don Cayetano desde fuera.

Sea usted liberal, que eso no es ofender a Dios, pero no sea usted un boquirroto y mire más lo que dice. Oiga usted, don Cayetano; ni la edad, ni el ser aragonés, le dan a usted derecho para desvergonzarse.... ¡Poco ruido! ¡Poco ruido! señor Fierabrás repuso el canónigo terciando el manteo.

Su hijo, que después fue marqués de Casa-Muñoz, casó con la hija de Albert, el que daba la cara en las contratas de paños y lienzos con el Gobierno. Eulalia Moreno, hija también del D. Pascual y hermana del actual marqués, se unió a D. Cayetano Villuendas, rico propietario de casas, progresista rancio. Dejamos sueltos estos cabos para tomarlos más adelante.

Los demás empezaron a estorbarse oyendo juntos aquellas murmuraciones. El Arcipreste clavaba los ojuelos negros y punzantes en el Magistral, confesor de Obdulia; parecía buscar su testimonio. El Provisor no estaba allí más que para hablar a solas con don Cayetano. Sufría sus impertinencias con calma. Le estimaba.

Palabra del Dia

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