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Actualizado: 10 de junio de 2025


Pues a eso voy interrumpió triunfante don Cayetano . Me ha dicho el chico de Orgaz, que acabó la carrera de médico en San Carlos, que estos últimos años Obdulita servía en Madrid a su prima Tarsila Fandiño, la célebre querida del célebre.... ¿qué? Que le servía de trotaconventos, digámoslo así.

Primus Calamus, tomo II, pág. 706. Tomo I, pág. 369 de la Colección de piezas dramáticas, entremeses, loas y jácaras, escritas por el licenciado Luis Quiñones de Benavente, y sacadas de varias publicaciones ó de manuscritos recientemente allegados, por D. Cayetano Rosell, devotísimo del autor. Madrid, librería de los Bibliófilos, Alfonso Durán: MDCCCLXXII.

Era don Cayetano un viejecillo de setenta y seis años, vivaracho, alegre, flaco, seco, de color de cuero viejo, arrugado como un pergamino al fuego, y el conjunto de su personilla recordaba, sin que se supiera a punto fijo por qué, la silueta de un buitre de tamaño natural; aunque, según otros, más se parecía a una urraca, o a un tordo encogido y despeluznado.

Esta es en substancia, la doctrina de Santo Tomás; que mas bien he traducido que no extractado. El cardenal Cayetano, uno de los entendimientos mas penetrantes y sutiles que han existido jamás, pone sobre este lugar un comentario digno del texto.

En cuanto puedan ustedes dar la vuelta... hay que darla decía con un pie en el estribo y la cabeza dentro del coche . Será usted la Regenta de Vetusta, Anita. No lo permite la ley, por causa de las tías contestaba don Víctor. ¡Bah, bah! Ya se arreglaría eso.... Será usted la Regenta. Don Cayetano quiso también subir al estribo, pero no pudo.

Doña Paula y don Álvaro llegaron a Vetusta el mismo día, aquel en que voló al cielo un ángel más, en opinión de Trifoncito Cármenes, que seguía siendo romántico, contra los consejos de don Cayetano. Un periódico liberal del pueblo, El Alerta, publicaba una tras otra estas dos gacetillas, que pusieron a don Fermín de un humor endiablado. «Bien venido.

Entraba en aquel momento Celedonio el acólito que se metió en la conversación diciendo: No señor, ya se han ido. Eran doña Visita y la señora Regenta. Se han ido. Yo hablé con ellas. Les dije que hoy no se sentaba el señor Magistral; y doña Visita que ya quería irse antes, cogió del brazo a doña Ana y se la llevó. ¿Y qué decían? preguntó don Cayetano. Doña Ana callaba.

Impreso en Madrid en 1641 y reimpreso en esta corte en 1891 en la imprenta de Juan Cayetano García. En 8.º rústica con XXXI-235 páginas, 4 pesetas. III y IV. Tratado único y singular del origen de los indios del Perú, México, Santa Fe y Chile, por el Dr. Diego Andrés Rocha, oidor de la Real Audiencia de Lima.

Mientras el Arcipreste profanaba los cuatro lados de la cruz latina, que era sacristía, con el relato mundano de la vida y milagros de Obdulia Fandiño, Glocester, sonriendo, pensaba en los motivos que podía tener el Magistral para oír a don Cayetano, en vez de correr al confesonario al pie del cual le esperaba la más codiciada penitente de Vetusta la noble.

El tío de ambos, D. Cayetano Villuendas, progresistón y riquísimo casero, era el esposo de Eulalia Muñoz, y su gran fortuna procedía del negocio de curtidos en una época anterior a la de Céspedes. Ya se ató el cabo que quedara pendiente poco ha.

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