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Actualizado: 21 de julio de 2025


Pero cuando más enfrascado estaba en ellas, he aquí que entra en la sala la misma María en hábito de monja bernarda, y dirigiéndose a él le dice sonriendo dulcemente: « ¿Estás triste porque me caso? ¡Pues no he de estarlo! Vamos, Ricardo mío, no digas disparates, ¡cómo he de querer yo a ese chiquillo! ¿No acabas de casarte con él?

¡Nadie te fuerza, hijo mío! pero si pretendes casarte con una niña criada en una cueva, con una niña que nada haya visto ni oído y que lleve a la cámara nupcial el candor de la cuna, eres más inocente de lo que yo conjeturaba.

Me dejó completamente libre para elegir y se contentó con mis razones sin pies ni cabeza, para rechazar a mis pretendientes. ¿Y no eras la que tenías tanta prisa por casarte, Reina? me preguntó Blanca. No me casaré, si no encuentro lo que deseo. ¡Ah! ¿y qué deseas? No lo aún respondile con la garganta oprimida. Blanca me tomó la cara con ambas manos y me miró con atención.

¡Feliciano, milagro que te han dejado venir al baile tus hermanas! ¿A qué hora te han mandado retirarte? Dicen que doña Petra te castiga cuando llegas tarde, ¿es verdad? ¡Pobre Feliciano! ¡Qué severas son tus hermanas! Ya que no te han permitido casarte, debieran darte un poco más de libertad. El bravo comerciante, sin ofenderse, contestaba con sonrisa bondadosa a aquellas arpías.

mira bien lo que te digo: siempre y cuando quieras ser honrada, serlo; pero dejarte de casar, ¡dejar de casarte!, que no se te pase por la cabeza, hija de mi alma. Fortunata parecía recobrar la calma con esta exhortación de su amiga, expresada de una manera cariñosa y fraternal.

¿?... Pues mira, le contestas que «no hay peor sordo que el que no quiere oír»... «que el que mucho abarca poco aprieta».... Ella le interrumpió con argentina carcajada. Yo también tengo muchas ganas de reirme..., mira que casarte con Narcisa..., ¡tendría que ver!... ¿De modo que gracias a esta embajada puedo, al fin, hablar contigo libremente? , ¿me querías hablar?...

puedes ser mi amigo, el amigo del chueta Pablo Valls, al que ves en el café, en el Casino, y que además tienen las gentes por medio loco. ¡Pero casarte con una mujer de mi familia!...

Así es que un día ambas se quedaron atónitas y pasmadas cuando, después de varios requiebros, entre burlas y veras, D. Gumersindo soltó con la mayor formalidad y a boca de jarro la siguiente categórica pregunta: Muchacha, ¿quieres casarte conmigo?

No deseo yo otra cosa, respondió Candido, porque me iba á casar con ella, y todavía espero ser su esposo. ¡, insolente! replicó el baron: ¡tener descaro para casarte con mi hermana, que tiene setenta y dos quarteles! ¡y tienes avilantez para hablarme de tan temerario pensamiento!

Es decir, que amaba más su comodidad que a . Esa es la sociedad. ¿Y no has pensado nunca en casarte? Muchas veces; pero a fuerza de conocer maridos, también me he desengañado. Observo que no llegas a hablar a las mujeres. ¿Hablar a las mujeres en Madrid?

Palabra del Dia

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