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Actualizado: 6 de mayo de 2025


El resto de la tertulia adivinaba de un modo vago la malignidad de que estaban cargadas las palabras, pero no iba hasta el fondo de su significado. Llegó, en esto, á la tienda un señor como de sesenta años de edad, alto, delgado, vestido todo de negro y con sombrero de copa.

Yo mismo navegué en canoas 324 leguas, desde la ciudad de San Pablo, en el Brasil, hasta la poblacion del Rio Igatimí, bajando por el Rio Tieté, que tiene 30 arrecifes y dos grandes saltos, la mayor parte de aquellos en que es preciso descargar las canoas, y saliendo al rio Paraná, que navegué 80 leguas aguas abajo, subí el rio Igatimí que tiene 16 ó 17 arrecifes, trabajosos de subir, y los mas de descargar las canoas y subirlas á la carga; y en dos meses llegué á aquella poblacion, con ocho canoas cargadas de gente y víveres.

No quedaba duda de que el Rayo iba derecho a estrellarse inevitablemente en la costa cercana a la embocadura del Guadalquivir. No necesito decir que las velas habían sido cargadas, y que no bastando este recurso contra tan fuerte temporal, se bajaron también los masteleros. Por último, también se creyó necesario picar los palos, para evitar que el navío se precipitara bajo las olas.

A la edad en que otros niños más felices iban a la escuela, ellos eran zagales de labranza por un real y los tres gazpachos. En verano servían de rempujeros, marchando tras las carretas, cargadas de mies, como los mastines que caminan a la zaga de los carros, recogiendo las espigas que se derramaban en el camino y esquivando los latigazos de los carreteros que los trataban como a las bestias.

Sospechó un instante que estaba demasiado cerca y podía alcanzarle una bala en su desvío. Pero él era el director, todo lo había organizado y todos le debían obediencia. Las armas estaban cargadas por él, y no era aceptable ni correcto que un proyectil se permitiese la insolencia de ir en su busca. Gómez dudó también por un instante si se retiraría, pero al ver inmóvil al maestro se pegó a él.

Eran mujeres que traían carbón a bordo, trepando sobre una plancha inclinada las que venían cargadas, mientras las que habían depositado su carga, descendían por otra tabla contigua, haciendo el efecto de esas interminables filas de hormigas que se cruzan en silencio. Pero aquí todas cantaban el mismo canto plañidero, áspero, de melodía entrecortada.

Carreño se reía a carcajadas con estos dichos de su mujer; y como era bastante más avisado que ella, no los usaba tan crudos; pero en el alcance de la intención, no la iba en zaga. Las hijas, cargadas de similores y de cintajos, muy porosas y verdegueando, con la misma intención de casta rajaban en un estilo mixto de lo más malo de los otros dos.

Veíanse neblíes, de dedos luengos y finos, que miraban con altivo desprecio el varal y querían ser llevados siempre en la mano; harto halcón zorzaleño, con la pinta amarilla como gota de azufre, y las patas cargadas de cascabeles para aturdirles el ardor; cenicientos alfaneques de Tremecén, de pupila siniestra; sagres de Asturias con plumas entre los dedos; gerifaltes de Noruega, blancos como gaviotas; y uno que otro de aquellos que llamaban letrados en Castilla, por sus alas escritas, a lo ancho, como las fojas de un libro.

De otras barcas cargadas con pirámides de frutas partían al vuelo en ruda trayectoria naranjas y racimos de bananas hacia las manos ávidas de los emigrantes, que retornaban monedas envueltas en papeles. La nacionalidad del buque influía en las transacciones comerciales, y los mercaderes de acento andaluz lo vendían todo por marcos y por pfenings.

Los ojos de Batiste, habituados á la lobreguez de la bóveda vegetal, vieron con toda claridad á un hombre que, apoyándose en la escopeta, salía tambaleándose de la acequia, moviendo con dificultad sus piernas cargadas de barro. Era él... ¡él! ¡El de siempre!

Palabra del Dia

bagani

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