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Cuando llegue el momento de que alguno de esos canallas ponga el pie en Cerezangos, ya verá cómo se le recibe.» Y ya tenía formado su plan estratégico y distribuídas las fuerzas: Linón y Celesto en lo cimero del prado; él con Manolete en lo fondero; los dos criados pastores en el centro como fuerza de reserva.

Desde un balcón los insultó una mujer. ¡Canallas! ¡Gentuza ordinaria! ¡Ojalá os ahorquen, que es lo que merecéis!... Y en los guijarros del pavimento, resonó el choque de una vasija de barro rompiéndose, sin que los fragmentos alcanzasen a nadie.

Indignado contra sus compañeros, Marcelo Valdés se puso otra vez de pie y les apostrofó con la cólera de un loco: ¡Sois unos cobardes y unos canallas!... ¡Al primero que diga una palabra a monsieur Jaccotot, le rompo las muelas!...

Y á propósito, ya que de la muerte de Nuestro Señor nos hablas, juro que no puedo pensar en ello sin desear que aquel bribón de Judas Iscariote, que por la cuenta debió de ser francés, hubiese venido por estas tierras, para tener el gusto de pegarle cien flechazos, desde los pies hasta la coronilla. Y no fueron menos canallas los que crucificaron á Jesús.

Cuando había que atajar alguna opinión justa con una nota insolente y discordante, Maltranita se encargaba de ello, siempre «por cuanto vos contribuísteis». ¿Qué no he hecho yo para ganar dinero?... Hasta me he prestado a ser intermediario en los amores secretos de ciertos personajes y he servido de honorable acompañante a sus queridas... No se asombre, Ojeda; convénzase de que lleva por compañero a uno de los canallas más notables que ha tenido Madrid.

Fulminando ira de sus ojos, Gracián gritó: ¡Canallas!... ¡Masones! y alzando el mueble apuntó a la cabeza del capitán de la vil tropa.... Pero en mitad de su movimiento fue herido en el costado con golpe certero, instantáneo. Vaciló en el aire el facistol. El mueble y el cuerpo enorme del clérigo cayeron de un golpe. Estremeciose el piso.

Se hizo un profundo silencio. ¡Sois unos animales bien singulares! exclamó . Sabed, pues, canallas, que estamos a ochocientas millas de tierra; que hemos de contar al menos con quince días de navegación, y que si guardamos los heridos a bordo se beberán toda nuestra agua y nos harán tanto servicio como los remos a un navío de tres puentes.

Ahuecando la voz y marcando con su manaza un compasillo oratorio, prosiguió su discurso así: , señores; así como el tirano Herodes, para ver de perder al niño Jesús, mandó matar a todos los niños, según rezan los Evangelistas, estos canallas, para ver de acabar con un partido, con el partido liberal, quieren matar a todos los españoles, a todo el género humano, a todo el globo terráqueo.

Pues, ya... el bribón que le capturó y el jefe militar de Estella son una misma endemoniada persona, , , y esta persona es el perdido de los perdidos, el gran maestre de los canallas, Seudoquis, más masón que Caifás y más liberal que Caín.... ¿Le conoce usted?

El jefe de los pescadores se le puso delante, vacilando sobre sus altos zuecos de planta de fieltro, diciendo: ¡Hola! ¡Os creía muerto, Capitán! ¡Os habéis emborrachado, canallas! le dijo Van-Stael, amenazándole con el puño. ¡, ! añadió el chino, tartamudeando . ¡Bebed... el sciam-sciú es... excelente!... Aún... queda... Lo juro... Pero, ¡desgraciado!; ¿no oyes los gritos de los salvajes?