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Actualizado: 10 de junio de 2025
Pero di un paso atrás y, sacando el revólver, grité: ¡No pasarán ustedes, canallas, miserables! Suelten a esa joven que llevan secuestrada... En un instante se llenó aquello de gente. Mis gritos eran horrendos. Deseaba que el escándalo fuese gordo y viniese la Policía cuanto más pronto.
A lo lejos se oía la voz de éste, gritando con chistosa corrección: ¡Hipócritas! ¡Sepulcros blanqueados! ¿Es esto confojme con el espíritu del Evangelio, canallas? ¡Predicáis la paz y el amoj entre los hombre, y sois los primeros en barrenaj los textos sagrados! ¡Cuándo sacudiremos vuestro yugo, y nos emanciparemos de la esclavitud en que nos tenéis desde hace tantos siglos!
Uno llegó a decirle: Acaso tenga usted razón, don Mateo; pero, ¿qué quiere usted? La lucha es lucha. Está interesado nuestro amor propio, y hay que aplastar a esos canallas, o que ellos nos aplasten. El anciano salió de las consistoriales más triste que enojado. En los tres años últimos eran incalculables los desaires y desabrimientos de este género que había padecido.
Se presentó un mensajero celeste, saltando de nube en nube, y gritó á Eva: Escucha, mujer: si no llueve esta tarde, es posible que el Señor venga á haceros una visita corta. ¡Ha pasado tanto tiempo sin ver la tierra!... Anoche, hablando con el arcángel Miguel, le dijo: «A veces me pregunto en qué habrán venido á parar aquellos dos canallas desagradecidos que teníamos en el Paraíso.
Los canallas eran sus amigos de antes de la guerra, gentes de diversas nacionalidades que simpatizaban, por snobismo ó por interés personal, con los alemanes. «La Generala», de un amor propio que infundía miedo, deseaba morir, y lo deseaba de veras, antes que ver triunfantes á los que había escogido como enemigos. ¡Si yo fuese hombre!...
Quiero que vean esos canallas cómo tratamos a los trabajadores que son buenos y sumisos. Y encarándose con el rebaño agradecido, decía modestamente: Cuando veáis a los de la huelga, decidles cómo tratan los Dupont a sus trabajadores. La verdad: sólo la verdad.
Sus compañeros le habían abandonado, como suele decirse, en las astas del toro. Aquí le faltó su entereza y sólo pudo responder tartamudeando: El vino, P. Prior... verdaderamente... no tiene nada... ¿qué ha de tener?... Nada... Mas... digamos que... conviene distinguir... El vino será bueno, es muy bueno... pero... mis compañeros... los frailes... son unos canallas.
Sí, esto marcha mal, y yo me alegro dijo Capistun. No, todavía hay esperanza repuso Ospitalech. El bombardeo de Irún ha sido un fracaso completo para los carlistas dijo Martín . ¡Y qué esperanzas tenían todos estos legitimistas franceses! Hasta los hermanos de la Doctrina Cristiana habían dado vacaciones a los niños para que fuesen a la frontera a ver el espectáculo. ¡Canallas!
A poco, los arfakis encendieron el haz de hojas secas que le habían atado a la espalda, y con las lanzas y a mazazos lo arrojaron en la hoguera. ¡Ah, canallas! gritó Cornelio . ¡Fuego, Van-Horn! Dos disparos resonaron a un tiempo.
Cuando hubimos salido del cenador, yo otra vez en cuatro pies detrás de ella, oímos de lejos al viejo que gritaba: ¿Es posible? ¿Hanckel, mi amigo Hanckel, está aquí? ¿Por qué no me han despertado entonces, cretinos, idiotas, miserables? ¡Mi amigo Hanckel aquí, y yo roncando! ¡runfla de canallas!...
Palabra del Dia
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