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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Todos los parroquianos se reían, y hasta el mismo cafetinero desarrugaba el ceño, a pesar de que conocía el final de tales bromas y lo mucho que costaba ponerlos en la calle. Pero al beber otra vez, tornáronse melancólicos.
El tío Gorico, desde el casamiento de Nicolasa, había empezado á pugnar porque le llamasen Don Gregorio; habíase jubilado del oficio de Abraham y del de pellejero, y no se empleaba más que en beber aguardiente y rosoli, y en ponderar la ventura y la grandeza de su hija, sus virtudes y la vida beata que daba á su ilustre esposo.
Llevaban a prevención algunas botellas, y al quedar vacías éstas, probaron a beber cierto alcohol de tocador, agua de Colonia o algo semejante, riendo de las muecas y náuseas que el líquido perfumado provocaba en algunos. Cuando más contentos estábamos, surgió la pelea entre el belga y ese alemán pariente de Nélida, los dos amigos más íntimos, siempre juntos desde que entraron en el buque.
Díjome: "Al fin, esto es lo bueno, y no las borracheras que enseñan estos bellacos maestros de esgrima, que no saben sino beber!"
Este nombre de almalekes se conserva en los escritos de mística árabe-hispanos ó aljamiados para designar á los ángeles encargados por Dios de recibir á su entrada en el cielo á las almas de los justos. En el Paraiso corren rios de leche, de miel, y de un vino que se puede beber sin embriagarse; en él crecen árboles cuyos ramages brindan á placer con dátiles, uvas y granadas de sabor esquisito.
Durante este tiempo, el almuerzo de los cazadores, silencioso al principio, hacíase cada vez más bullicioso, oíamos chocar las copas y saltar los corchos de las botellas. El viejo macho me previno que ya era hora de volver a nuestro refugio. Podía decirse que a la sazón el bosque dormía. La charca adonde acuden los gamos a beber no estaba enturbiada por ningún lengüetazo.
Después de fumar y beber cuanto quisieron, comenzaron a saetear mi pobre obra lindamente, y como soy amigo de la verdad, reconozco que lo hicieron con gracia. Pero los gallegos somos casi tan tercos como los aragoneses. No me di por vencido. Escribí otra, y después otra, y logré que se pusieran en escena, y fui estrepitosamente pateado. Tampoco renuncié en absoluto a la literatura, como debía.
Confiado en estas palabras, Miguel le condujo á un tabernucho cerca de los muelles, guarida cómoda de otros pícaros como él, donde solía comer y beber cuando tenía dinero, y no pocas veces también dormir. Mientras caminaban emparejados, Velázquez le preguntó: ¿Has estado mucho rato en casa?
Por esta razón, la casa de Simón Cerojo era la única que en el pueblo de que se trata ofrecía un aspecto bastante risueño..., si bien se nublaba un tantico los días festivos, por reunirse en ella más gente de la que dentro cabía, a jugar a las cartas y a beber algo que no se parecía al agua sino en el color.
Se necesitaba un esfuerzo inmenso para hacer desaparecer tanto muerto. «Vamos á morir después de la victoria pensó don Marcelo . La peste va á cebarse en nosotros.» El agua de los arroyos no se había librado de este contagio. La sed le hizo beber en una laguna, y al levantar la cabeza vió unas piernas verdes que emergían de la superficie líquida, hundiendo sus botas en el barro de la orilla.
Palabra del Dia
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