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Actualizado: 24 de junio de 2025


Comprendía que la resolución de Ana era irrevocable». El Viernes Santo amaneció plomizo; el Magistral muy temprano, en cuanto fue de día, se asomó al balcón a consultar las nubes. «¿Llovería?

Susana me escribió que se iban al Frigal, pero no creía yo que fuera tan pronto... ¡Se va entonces a la estancia! y pobre, completamente arruinada; con qué alegría me lo dice en su última carta: «Ahora que somos iguales, no habrá más obstáculo a nuestra felicidad que la desavenencia de las dos familias, pero de esto me encargo yo.» ¡Siempre la misma, confiando en Dios! bien se ha portado Dios con nosotros, que no ha querido oírnos... Allí está el balcón, por donde ella me aparecía: un changador se ve ahora, triste representación de la realidad... no me ves, Susana, ni puedes oírme, pero, desde aquí, te digo que te quiero, que te adoro: ahí va un pedacito de mi corazón destrozado, ¿sabes? todas tus cartas las he quemado, conforme me indicaste: nadie sabrá nuestros secretos... ¡adiós, Susana, adiós!... vamos, si sigo aquí, concluiré por llorar...

Yo no te digo que vengas a mi balcón, porque.... Yo que vas al balcón de la directora.

Aquel día mi chiquita no salió al balcón, sin duda avergonzada de su condescendencia; pero al siguiente la hallé dispuesta y aparejada al combate de miradas, señas y sonrisas, que ya no escasearon por ambas partes.

Y mi corazón contestaba ¡que no, que no! Jamás me hubiera atrevido a murmurar en sus oídos una frase amorosa; nunca hubiera sido capaz de decirlo: «¡Gabriela... vivo para ustedNo, porque amaba yo a Linilla; para ella soñaba yo dichas y venturas; en ella pensaba yo cuando en el silencio de la noche, de codos en el balcón, meditaba yo en lo porvenir.

Quevedo tomó una espada, una daga y dos pistoletes, después de cerciorarse que estaban cargados, y se los puso en el talabarte; á seguida salió de la cámara y abrió una de las puertas que suponía de balcón; pero se había engañado, aquella puerta tenía detrás una fuerte reja.

Daba el balcón al Mediodía y a la huerta, por lo cual la estancia hallábase diariamente inundada de gratos olores y de luz, y alegrada por el armonioso charlar de los pájaros. Florentina, en los pocos días de su residencia allí, había dado a la habitación el molde, digámoslo así, de su persona.

En una de sus idas al balcón, después de haber contemplado en la salita maquinalmente el retrato de Nachito, dijo a Nieves, por decirla algo: Y es guapo de verdad el primito ese. Se lo tenía dicho a Nieves en más de diez ocasiones, y en otras tantas le había contestado ella lo mismo que le contestó entonces: No está mal así. Ya luego vendrá añadió Leto por primera vez.

Más de una hora llevaban los versolaris lanzándose razonamientos de balcón á balcón. Ahora eran cuatro los contendientes y la muchedumbre volvía sus cabezas á un lado ó á otro, según el sitio de donde partía la voz.

, , porque los hombres son todos muy ingratos y cuanto más se les quiere es peor... ¿Piensa V. que yo no lo ?... Me ha tenido V. al balcón todas estas tardes esperándole; ¡pero que si quieres!... Por la noche detrás de los cristales, le veía pasar, muy serio, muy serio, sin mirar siquiera hacia mi casa... Yo decía, ¿estará enfadado conmigo? ¿Por qué se habrá enfadado? ¿Será porque he cerrado el balcón a las tres menos cuarto?

Palabra del Dia

vorsado

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