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Actualizado: 13 de junio de 2025
-Para estar tan herido este mancebo -dijo a este punto Sancho Panza-, mucho habla; háganle que se deje de requiebros y que atienda a su alma, que, a mi parecer, más la tiene en la lengua que en los dientes.
Atienda a su sobrina, y vea si la puede salvar dijo Estupiñá cogiéndola por un brazo , y déjese de asesinatos, y de robos de hijos, y no sea usted mamarracho. Niña de mi alma... ¿pero qué? Fortunata... ¿te han matado, o qué es esto? A ver, cordera, ¿tienes heridas? Paice que te han dado cien puñaladas... Pero estás viva.
Déjelo, pues, todo a mi cargo; obedézcame en cuanto yo disponga; comience por arreglarse el tocado y el vestido, después de alegrar un poco los sombríos celajes de la cara; vuelva a ocuparse desde ahora en sus ordinarios quehaceres con el remango que solía; atienda a mi tío como siempre, y cuide mucho de que Tona no empiece a poner en duda las disculpas con que, en éstos y otros días de tormenta, ha estado usted engañando su candidez.
-Calle vuestra merced, señor compadre -dijo el cura-, que Dios será servido que la suerte se mude, y que lo que hoy se pierde se gane mañana; y atienda vuestra merced a su salud por agora, que me parece que debe de estar demasiadamente cansado, si ya no es que está malferido.
Quiero, la contesté, que se pase usted al hotel de enfrente ahora mismo, que entregue usted estos veinte francos al amo de la fonda, en pago de los quince dias de alquiler que Luisa le debe, que dé usted estos otros cuatro napoleones á Luisa para que atienda á sus necesidades, que averigüe el nombre y domicilio de los padres del estudiante de Estrasburgo, y que procure saber de la jóven si tiene algun tio, algun hermano, alguna persona de respeto á quien acudir, trayéndome la nota de los nombres y del punto de residencia.
Maravilla será que acierte, porque no hará sino harbar, harbar, como sastre en vísperas de pascuas, y las obras que se hacen apriesa nunca se acaban con la perfeción que requieren. Atienda ese señor moro, o lo que es, a mirar lo que hace; que yo y mi señor le daremos tanto ripio a la mano en materia de aventuras y de sucesos diferentes, que pueda componer no sólo segunda parte, sino ciento.
Charló conmigo unos cuantos minutos, y luego me dijo, poniendo su mano en mi cabeza: Ya ves, tengo muchos marchantes... y ya lo sabes: el que tenga tienda que la atienda.... Allá te veré.... Esta noche iré a cenar contigo. Vete a pasear... diviértete, que bastante habrás trabajado desde que te fuiste.... Al pasar frente a la botica de Meconio oí que me llamaban.
En efecto me contestó mi amigo, no encontrarás en toda la provincia un cocal como este; observa su cerca, su tierra, su labor, sus árboles y verás que ni falta una piedra, ni crece una grama, ni fructifica una parásita, y, cosa rara, este cocal no tiene dueño, es de todos y de nadie, no hay vecino del pueblo que no lo atienda, que no lo cuide, que no lo mejore, y, sin embargo, su dueño no es de este mundo.
Me va usted a llamar sinvergüenza; pero, en fin... juguemos a cartas vistas y cada cual atienda a su juego. Lo que usted desea es que yo le saque de dudas sobre lo del casorio, y que le ponga a usted al habla con ella, y lo ha querido usted conseguir sin que yo me diese cuenta.
Con la esperanza del vencer perdida No hay quien no atienda con ligero paso, Si no á la honra, á conservar la vida. Desde las altas cumbres de Parnaso De un salto uno se puso en Guadarrama, Nuevo, no visto, y verdadero caso. Y al mismo paso la parlera fama Cundió del vencimiento la alta nueva, Desde el claro Caistro hasta Jarama.
Palabra del Dia
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