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Actualizado: 15 de julio de 2025
La santa no hizo más que mirar á Clara con cierta perplejidad; y contra lo que sus parientes esperaban, no citó ningún texto latino, ni predicó ningún sermón sobre la inconveniencia é irreligiosidad de que entraran por los tejados los militares buenos mozos, altos y de buen porte. Clara, á pesar de su inocencia, se quedó aterrada como una culpable.
Largo rato permanecieron junto al pretil contemplando la agitación tumultuosa de las aguas. Poco á poco sus ojos se fueron acostumbrando á la oscuridad. La inmensa superficie del Océano se desplegó ante ellos erizada de crestas amenazadoras. Soledad concluyó por sentirse aterrada, como si estuviera en medio de ellas sin pisar tierra firme.
Carlitos podría dirigirse a la principal niña argentina, a la primera fortuna y al primer apellido, en la seguridad de que no sería rechazado. Pero se le ha metido en la cabeza que ha de ser con esa muchacha, «¡O ella, o la muerte!» me ha dicho con una firmeza que me ha dejado aterrada. Yo no sé qué hechizo, qué seducciones, qué encantos encuentra en esa niña. ¡Ah, es encantadora!...
A poco abríase en su vida un paréntesis negro, tenebroso, ante el cual la maledicencia misma se detuvo aterrada, temerosa de resbalar en un charco de sangre... Un día, el 27 de diciembre, un trabucazo tendió en la calle del Turco a la audacia más temeraria que dio impulso a la Revolución.
Teulaí, tranquilo como hombre que a nadie teme y cuenta en último término con un refugio en la montaña, volvió al inmediato pueblo en busca de su sobrino, satisfecho de su hazaña. Al tomar al pequeñuelo de manos de la aterrada vieja, casi lloró. ¡Pobret! ¡pobret meu! dijo besándole. Y su conciencia de tío inundábase de satisfacción, seguro de haber hecho por el pequeño una gran cosa. La pared
¡Ella se lo ha dicho! ¡Maldita sea! ¡Me ha vendido! exclamó lanzando a su temblorosa y aterrada mujer una mirada de profundo desdén. No, ella no me lo ha dicho respondí. Por casualidad me tocó ser testigo de su cobarde atentado. Yo fui quien la sacó con vida del río helado, adonde usted la arrojó criminalmente. Por ese acto que cometió entonces, va a responderme ahora.
La señora de Rubín estaba aterrada. Severiana le dijo: «ya ha tenido esta noche tres achuchones de estos, y anteanoche tuvo seis.
Un segundo estremecimiento más profundo, más persistente, se dejó notar en doña Juana, que exhaló un grito y se puso de pie aterrada. No podía ser el libro lo que había causado este nuevo terror. En efecto, había sido distinta la causa. La duquesa había visto abrirse una de las paredes de la cámara, y salir por la abertura una sombra negra. Su sobresalto, pues, era muy natural.
Lea, aterrada pero más hermosa todavía por su mismo espanto con su traje blanco y sus hombros espléndidos, esperaba con la cabeza baja que él empezase á hablar. Jacobo dijo con acento de terrible ironía: Los muertos pueden volver á la tierra, Lea, puesto que estás viva delante de mi, que fuí condenado por matarte. Te creías desembarazada del infeliz Jacobo, ¿verdad?
Era evidente que se sentía aterrada por la proximidad del día fatal. "¿Cómo es posible pensó que sólo ahora, tal vez demasiado tarde, se me haya ocurrido llamarle?" No vaciló. Si Julio acudía, su presencia inesperada desarmaría en seguida la voluntad de Adriana, aun en aquellos momentos, cuando apenas faltaban horas para que llegaran los testigos.
Palabra del Dia
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