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Actualizado: 3 de junio de 2025
«¿La tuviste tú de mí, cuando te pedí socorro, mal engendro?», le respondió el agua, hirviendo de cólera; y le inundó de arriba abajo, mientras los galopines le dejaban sin una pluma para un remedio. Paca, que estaba arrodillada junto a su abuela, se puso colorada y muy triste. El cocinero entonces continuó la tía María , agarró a Medio pollito y le puso en el asador.
¡Al campo! ¡al campo! Todos van al campo. Todos, sí, todos. Adela y Pedro Real, Lucía y Juan, y Ana y Sol. Y, por supuesto, las personas mayores que por no influir directamente en los sucesos de esta narración no figuran en ella. ¡Al campo todos! El médico llegó aquel domingo en momentos en que Ana abría los ojos, que a Sol arrodillada al borde de su cama fue lo primero que vieron.
Mas, te amo en mi interior, sin esperanza, Como á vírgen en ara colocada, En donde la criatura arrodillada De sus pecados el perdon alcanza. Si es una ofensa amarte en el secreto, Yo rogaré á tu bondad inmensa, Que como Dios perdona toda ofensa Perdones un amor puro y discreto.
Al fin Adriana misma aparecía, mojaba los dedos en la pila del agua bendita, se persignaba; su semblante no perdía la dulce naturalidad de la expresión. Su andar era suave, su silueta pasaba entre la silenciosa concurrencia arrodillada. Muñoz aspiraba largamente la impresión que recibía en el alma; y era como un desvanecimiento de su ser, una blandura para todos sus sentidos.
Desde lo alto de los retablos churriguerescos, las estatuas de talla, troncos convertidos en santos por el arte, parecían mirar con lástima a la gente arrodillada, cuya apretada masa promovía ruidos en que se mezclaban el caer de las sillas, el crujir de las sedas, la plegaria de unos y el refunfuño de otros. Ya se había rezado el Rosario.
Estaba arrodillada en un reclinatorio, con la hermosa cabeza apoyada en las manos cruzadas y con los ojos fijos en el cielo como para implorarle. Me estremecí. Por segunda vez y con mucho mayor intensidad que la primera, tuve la sensación de que Lea Peralli estaba delante de mí.
En el momento en que estaban lidiando el toro de muerte, un vecino, de muchos años y de mucho entendimiento, vió á la madre del torero arrodillada á los pies de un Santo Cristo muy milagroso que se veneraba en una calle del pueblo. ¿Qué hace usted ahí? preguntó á la arrodillada. Mujer, no llore usted, que al fin su hijo tiene sobre el toro una gran ventaja. ¿Y qué ventaja es ésa, señor?
Elena, arrodillada al lado de la cama, rezaba silenciosamente con un amoroso ardor de pena y de fe que la transfiguraba. Yo la envidiaba muy de veras... Elena... hija mía... La joven se levantó y acercó la mejilla a aquellos labios moribundos, que la besaron. Después, el enfermo, dijo con voz débil: Oigo como un ruido de campanas... ¿Será que sueño?
De vez en cuando levantaba un poco los párpados y dirigía una mirada afectuosa a su hijastra arrodillada. El sacerdote leía con voz nasal, quejumbrosa, las oraciones de su libro. Así murió la duquesa de Requena. ¡Dejadla, dejadla partir! Algunos días después, Clementina y su marido, a pesar del odio inextinguible que se profesaban, celebraban largas y frecuentes conferencias.
En el centro, medio arrodillada, esta la quinta ordenando o recogiendo paquetes de lana desparramados por el suelo, y al fondo, en otra segunda estancia de piso realzado, en una atmósfera más clara que la de la acción principal, envuelta en los rayos del sol que penetran por la izquierda, hay dos damas de gentil talante entretenidas en examinar un tapiz colgado del muro y otra que mira de frente como atraída por la hermosura de la trabajadora del primer término que desenreda la madeja de la devanadera.
Palabra del Dia
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