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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Su casa es una fortaleza a prueba de galanes. ¿Sabe usted que lo ha hecho por consejo mío? ¡Picarón!... ¿De veras que ya no hay nada? Nada. Es una determinación acertada. Hágase usted católico y le prometo arreglarlo todo. Ya es tarde. Advíncula rió de muy buena gana, y apretando las manos al lord, ambos frailes se despidieron de él con cariñosas demostraciones.
Mandó buscar caballos, se enteró del camino que habían de seguir, del tiempo que iban a tardar, etc. Quiso dejarlo todo listo, a pesar de que Obdulia le indicaba que no corría tanta prisa. Puesto que se trataba de un viaje corto, por la mañana era fácil arreglarlo todo. Pero el excusador no podía disimular el ansia que tenía de dejar zanjado aquel asunto.
Las disposiciones de Fortunata y aun de la misma doña Lupe eran letra muerta. Robaba descaradamente, y su ama no se atrevía a reprenderla. Santa Cruz, que era el autor de todo aquel fregado, no sabía cómo arreglarlo, cuando su amiga le consultaba. El plan más prudente era tomar otro cuarto y despedir luego a Patricia, dándole una buena propina para que se callara.
He tenido la sorpresa de encontrar en el mismo piso de nuestra casa un encantador cuartito decorado para mí de un modo precioso. Máximo ha sido el encargado de arreglarlo y quien lo ha escogido todo, y no puede usted figurarse qué fresco, qué lindo y de qué buen gusto es. Mi cuarto tiene dos ventanas a un jardinillo rodeado de altas tapias, cuya fealdad está cubierta por un tapiz de hiedra.
Allí estaba ella, para arreglarlo todo con el endemoniado Gabriel. Y alegraba la sombría habitación con sus risotadas y sus palabras enérgicas de vieja sana. Otras veces invadían la casa los amigos de Gabriel, abandonando la tertulia del zapatero.
UNA VOZ. ¡Proserpinita querida! MARCIO. ¡Calmaos, señores sabinos! ¡Dominaos! Voy a arreglarlo todo. Aquí hay un error jurídico. La desgraciada mujer no se da cuenta de que es víctima de estos innobles raptores. Vamos a probárselo. ¡Señores profesores, manos a la obra! El pánico se apodera de los romanos. ESCIPIÓN. ¡Confiesa, confiesa! Si no, va a comenzar de nuevo. ¡Dios nos libre!
Había tenido noticia de lo que se trataba y venía desde el billar jadeante, trémulo, como si se tratase realmente del desafío de un hermano. Se dirigió con voz alterada a los padrinos diciéndoles que aquel lance no podía efectuarse, que era necesario arreglarlo y que él estaba dispuesto a hacer cuanto fuese necesario para ello dejando el honor de ambos a salvo.
Aquel castillo lo había comprado el capitán por muy poco dinero, y no tenía intención de arreglarlo. Allí todo era viejo y arruinado: las paredes estaban carcomidas por debajo de las hiedras negruzcas; había una capilla vieja en el mayor abandono, unas salas viejas y desmanteladas, una biblioteca vieja llena de libros húmedos y tres o cuatro criados tan viejos y arruinados como toda la casa.
El viejo Zarandilla intervino también, por considerarse comprendido en el llamado gobierno del cortijo. ¡Los amos!... Ellos podían arreglarlo todo, sólo con acordarse un poco del pobre; con tener caridad, mucha caridad. Salvatierra, que escuchaba impasible las palabras de los jornaleros, se agitó, rompiendo su mutismo al oír al viejo. ¡La caridad! ¿Y para qué servía?
Puedes arreglarlo ahora mismo... ¡Anda, hombre, pega, si con eso te desahogas!... Lo que vas á hacer es largarte al momento, ¿entiendes? Como tú quieras... Yo no hubiera entrado si esa tía asquerosa no me hubiera insultado. Las cuatro mujeres tornaron á enfurecerse y quisieron acometer á la tabernera; pero Velázquez la echó fuera á empellones y cerró la puerta.
Palabra del Dia
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