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Actualizado: 5 de junio de 2025


Pero tanto Rosalía como el que tiene el honor de escribir estos renglones, advertíamos con sorpresa que en el rostro de la aristócrata no brillaban aquellos resplandores de contento que son segura expresión de reciente victoria. En efecto, la Tellería no tardó en declarar que su asuntillo no estaba resuelto sino aplazado. A fuerza de ruegos había conseguido una prórroga hasta el día 10.

Después de haber recapacitado, formado su plan, y hecho los convenientes preparativos para realizarle, el maestro, a solas una noche con su hijo, en la principal sala alta de la casa, al toque de ánimas, le habló de este modo: Mira, Raimundo, eres hijo de un zapatero y no puedes ni debes presumir de aristócrata; pero no conviene tampoco que por seguir ciertas opiniones, muy de moda en nuestros días, te des a creer que las almas heroicas, el semillero de las virtudes y de las proezas y los corazones donde brota el germen de los más nobles sentimientos, se hallan en las tabernas y en los presidios, y que la educación esmerada más bien agosta y comprime que desenvuelve tan excelentes facultades.

Porque la vanidad, el demonio de las mujeres «de mundo», la poseía de pies a cabeza; y por eso, solamente era devota y benéfica en cuanto sus actos pudieran lucir en honra y gloria de sus humos de aristócrata acaudalada, y se dejaba arrastrar sin resistirse hacia las fauces del monstruo que la fascinaba, como el borracho contumaz hacia el lento suplicio de la taberna.

La señorita de familia poco acomodada de la clase media propende á copiar, y copia divinamente, todo lo que hacen la rica y aristócrata, pues ya he dicho que la distinción y el señorío sirven de común denominador á aquellas exquisitas criaturas, cualquiera que sea su condición social.

¡Ah! pues mira, también que el escribiente del tribunal de V... gusta de ti; no tiene abuelos, ¿quieres que le diga que en vista de ello, la señorita de Lavalle está dispuesta a casarse con él? No os burléis de mi, tío; bien sabéis que soy aristócrata hasta la punta de los dedos respondí, aprovechándome de la ocasión para admirar mis afiladas manos. Es lo que creo, si no engaña tu aspecto.

Notable novelista en verso, cómico hábil á lo Aristófanes y trágico de primer orden, es hoy la estrella poética de primera magnitud que luce en el cielo de Alemania . Aristócrata por su nacimiento, por sus riquezas y por su genio, se ha servido de sus ventajas para trabajar sin descanso en honrar á la humanidad entera y á su patria. ¡Lástima grande que tan preclaro ejemplo no tuviera imitadores en nuestra España!

Mientras esto decía con los labios, sus ojos pregonaban otra cosa. Aquellas pupilas negras llenas de fuego e inteligencia se clavaban en él con expresión unas veces lánguida, otras maliciosa, concluyendo por fascinarle. Al mismo tiempo sus manos breves, delicadas, de aristócrata aprovechaban cualquier coyuntura para rozar las suyas; al despedirse le apretaban con tenacidad nerviosa.

La elegancia veníale a Novillo también por delegación o apoderamiento del aristócrata, viejo verde y currutaco.

A veces consentía en recibir a algún viejo aristócrata: penetraba en la sala tartamudeando adulaciones, rozando casi la alfombra con sus cabellos blancos; e inmediatamente, cruzando sobre el pecho las manos de fuertes venas donde corría sangre de tres siglos, me ofrecía su hija por esposa o para concubina.

En ninguna parte se ve tan patente el contraste de todas las cosas, la contradiccion, la discordancia profunda que reina entre las ideas y los hechos, entre las aspiraciones y las tradiciones del pueblo aleman, pueblo simultáneamente soñador y laborioso, fantástico y negociante, erudito y artista, judáico y cristiano, creyente y filósofo, liberal y feudatario, republicano y aristócrata, singular, contradictorio en todo....

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