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Actualizado: 11 de junio de 2025


Es de advertir que tal idea extraña le perseguía sin cesar. ¿Por qué sentía tanto horror á que los pájaros anidasen en su domicilio? Supuesto que estos animalitos á todos parecen bellos é inofensivos, ¿por qué el capitán se fijaba en ellos en sus vaticinios sombríos y no se acordaba de los ratones, de las arañas ó de las cucarachas, animales más feos y temerosos?

De Pas se detuvo, se volvió, le miró desde arriba con lástima y disimulando la ira, y le dijo lo menos malo de cuanto se le ocurría: Parece mentira que sea usted cazador. Soy cazador en seco, compadre, pero esto es el diluvio, y un bombardeo... y las arañas se me meten en el estómago... y sobre todo a me gustan las acciones heroicas que tienen alguna utilidad.

¡Vaya! ¡Pues medrados estaríamos si el tío Manolillo, el loco del rey, no conociese hasta las arañas del alcázar! Conozco á mi señora doña Clara desde que era así, tamañita. ¿Y qué se dice de esa dama en el alcázar? ¿Qué se ha de decir? La llaman la menina de nieve. ¿Por lo blanca? Bien pudieran; pero es por lo fría. ¡Fría, y tiene dos ojos que abrasan! Pues ahí veréis.

Aquellas preciosas cabezas de angelitos, que ceñían las arañas; aquellas ventanas, cuyas vidrieras habían desaparecido y que dejaban entrada libre a los mochuelos y otros pájaros, cuyos nidos afeaban las bien talladas y doradas cornisas y que convertían en inmunda sentina el rico pavimento de mármol; aquellos esqueletos de altares despojados de todos sus adornos; aquellos grandes y hermosos ángeles que parecían salir de las pilastras; que habían tenido en sus manos lámparas de plata siempre encendidas y extendían aún sus brazos, mirando aquellas con dolor vacías.

Así hablaba Zaratustra, paseando su luz cerca del techo; y surgían de la obscuridad los colgantes tejidos por las arañas, enormes, seculares, como si fuesen la obra de muchas generaciones, transparentando con fulgor sonrosado la llama de la vela. El viejo evitaba romper los frágiles tejidos.

Era como una de esas arañas panzudas que están en su agujero, pero que, cuando sienten la tela que se mueve, salen en seguida a devorar la presa. No comprendía el por qué de la frase, hasta que él mismo me dijo que la homeopatía la había inventado un señor Hahnemann, que en alemán quiere decir el Hombre del Gallo.

¡No hay más que víboras! ¡Mi casa está llena de víboras! ¡Al lavarme había tres enroscadas en la palangana! ¡En el forro del saco había muchas! ¡Y hay más! ¡Hay otras cosas! ¡Mi mujer me ha llenado la casa de víboras! ¡Ha traído enormes arañas peludas que me persiguen! ¡Ahora comprendo por qué me espiaba día y noche! ¡Ahora comprendo todo! ¡Quería irse por eso! #7.15 a.m.#

Ya no me arañas como antes. ¿A quién quieres más en la casa? ¿Di, rico? ¿Quién te ha dado una sardina ayer? ¿Quién te pone el platito con leche todos los días? Y si pudiese darte siempre pescado también te lo daría, porque que es lo que más te gusta, ¿verdad, rico mío? Pero no has de robar nada; ya sabes que te pegan. No orines más en la cama de Manín.

Era un cuadro en las profundidades del mar, con ansiedad de buzo y resplandor de mariscos entre el lívido verdor del agua. Las arañas se paseaban sobre los objetos, pero Rafael no les tenía miedo. Las correderas entraban y salían por los intersticios, huyendo azoradas al ruido, pero el Majito tampoco las tenía miedo. Estuvo un rato en acecho, dudoso, mirando y eligiendo.

Vacila y tiene que apoyarse en una columna para no caer; y ruega a Franz Maas, que vuelve en ese momento con Gertrudis, que sirva de caballero a su cuñada por media hora porque tiene necesidad de salir, de respirar el aire puro... Sale a la noche clara y fresca, en contraste con ese local cálido, cargado de vapores, donde un par de arañas llenas de bujías esparcen un humo intolerable.

Palabra del Dia

rigoleto

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