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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Agapo se descubría, como ante una imagen, y entraba en el comedor y se sentaba, , señor, se sentaba en una silla de rejilla, porque allí no temían que lo manchara todo con su contacto; en la alacena no faltaba el trozo de carne fría guardado para él, o el platito de arroz con leche o el resto de carbonada, que la señora calentaba por sus manos en la maquinilla de alcohol.

Ya no me arañas como antes. ¿A quién quieres más en la casa? ¿Di, rico? ¿Quién te ha dado una sardina ayer? ¿Quién te pone el platito con leche todos los días? Y si pudiese darte siempre pescado también te lo daría, porque que es lo que más te gusta, ¿verdad, rico mío? Pero no has de robar nada; ya sabes que te pegan. No orines más en la cama de Manín.

Terminóse al fin el almuerzo y Currita salió del comedor del brazo de su prima, llevando en la mano un platito de porcelana con migas de pan, para dar de comer a los pececillos de colores que en una magnífica pecera de cristal y bronce dorado adornaban una de las galerías... La enamoraban a ella aquellos animalejos de colores tan brillantes, y la pesca era, entre los placeres del sport, el que más emociones le causaba.

Tratábase a cuerpo de rey constitucional; los mejores caldos de la cosecha, los más preciados sólidos del mercado iban a sus despensas, ya por encargo propio o por atención ajena; el pavo mejor cebado y el gazapillo más tierno eran para él; las frutas que se le presentaban parecían regalos para las aras de la antigua Ceres, y era raro el día en que la piadosa mano de alguna devota no preparase para Su Ilustrísima un platito de dulce espolvoreado de canela, aroma a que, como buen andaluz, era muy aficionado.

Fue un rato para adentro a tomarse la colación o golosina que su madre le guardaba siempre, y volvió con un platito en una mano y una cucharilla en la otra. Era compota de ciruelas lo que tomaba, con un pedazo de rosca. «¿Ustedes gustan?... Pues decía que en las cajas que están ahora en la Aduana de Irún, vienen unos trajecitos de niño, de punto, que han de hacer sensación.

En cuanto el cura se echaba a la calle, salía doña Lupe de su escondite para ofrecer a Maximiliano un poco de aquella sabrosa fruta, y entraba en su cuarto con el platito y la cucharilla. Agradecía mucho estas finezas el chico, y se comía la golosina.

Palabra del Dia

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