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Actualizado: 26 de julio de 2025
Ya no se ven colinas ondulosas, alegres quintas ni verjeles, sino inmensas murallas de rocas formidables, perpendiculares, que parecen amenazar con desplomarse de repente y encajonan las ondas verdi-azules como en una taza profundísima de los mas extraños relieves y variadas tintas.
Nada, la explicación del fenómeno es muy sencilla, no busqueis grandes causas, son muy pequeñas. En primer lugar, ahora hace un calor atroz, lo que por cierto dista mucho del oreo de una fresca brisa como sucedia por la mañana; D. Nicasio está sumamente abatido, la hora es pesada, el cielo se encapota y parece amenazar tempestad.
Ni siquiera advirtió la salida de Pomerantzev, y solo en su aposento, iba y venía con paso nervioso, se oprimía con desesperación la cabeza entre las manos, hablaba efusivamente y lloraba. Luego comenzó a amenazar con los puños cerrados a sus enemigos invisibles y a llorar aún más amargamente, con mayor desconsuelo.
El licenciado respondió: ''Yo soy, hermano, el que me voy; que ya no tengo necesidad de estar más aquí, por lo que doy infinitas gracias a los cielos, que tan grande merced me han hecho''. ''Mirad lo que decís, licenciado, no os engañe el diablo -replicó el loco-; sosegad el pie, y estaos quedito en vuestra casa, y ahorraréis la vuelta''. ''Yo sé que estoy bueno -replicó el licenciado-, y no habrá para qué tornar a andar estaciones''. ¿Vos bueno? -dijo el loco-: agora bien, ello dirá; andad con Dios, pero yo os voto a Júpiter, cuya majestad yo represento en la tierra, que por solo este pecado que hoy comete Sevilla, en sacaros desta casa y en teneros por cuerdo, tengo de hacer un tal castigo en ella, que quede memoria dél por todos los siglos del los siglos, amén. ¿No sabes tú, licenciadillo menguado, que lo podré hacer, pues, como digo, soy Júpiter Tonante, que tengo en mis manos los rayos abrasadores con que puedo y suelo amenazar y destruir el mundo?
La empresa fracasó, volviendo á pasar los montes, desbaratados y corridos, los invasores, con desencanto primero del instigador, consentido días antes hasta el punto de responder con altivez y amenazar á las insinuaciones oficiosas de someterse á la autoridad de aquel amo de que se decía perro fiel, apaleado.
Antoñita, que no podía permanecer indiferente después de lo que había oído, pues comprendía que algo muy grave indicaban las incoherentes palabras de Felipe, dirigiose a Amaury presurosa y cuando éste tomaba el sombrero para retirarse, y sin aparentar inquietud; pero con el firme propósito de conjurar cualquier peligro que por parte de Amaury pudiese amenazar a su preferido, le dijo: No olvide usted que mañana es el primero de junio, y debemos ir a visitar a mi tío.
De los condenados a muerte, dos eran los asesinos del jovenzuelo del escritorio: los otros tres iban al suplicio en clase de peligrosos, por hablar, por amenazar, por creer fieramente que tenían derecho en el mundo a una parte de felicidad. Mucha gente guiñaba los ojos con malicia al saber que el Madrileño, el iniciador de la entrada en la ciudad, sólo iba a presidio por algunos años.
Hace poco, como sabes, proyectaron marcharse a Portugal sin darme noticia de ello, y si lo impedí presentándome aquella noche en tu compañía, me fue preciso amenazar con un gran escándalo para obligarlas a que se detuvieran. La de Rumblar me cobró un aborrecimiento profundo, desde que supo mi oposición a que Inés se desposase con el tunantuelo de su hijo.
El ejército libertador no pasó de Huamanga sino despues de haber descansado alli por espacio de un mes, en cuyo tiempo, segun lo dispuso su jefe, el general Sucre debia dirigirse sobre Challuanca para amenazar la retaguardia del enemigo, en tanto que él practicaba un reconocimiento hácia el Apurimac, operacion en la cual vino á sorprenderles el invierno y se suspendieron las que despues de esta debian verificarse.
El verdadero peligro para el porvenir, es el que el agua, considerada con justicia por los campesinos como el más preciado de sus tesoros, sea utilizada hasta la última gota por los primeros en disfrutarla. En vez de amenazar los campos con sus crecidas, el arroyo, sangrado por innumerables arterias, puede quedarse seco, dejando en la pobreza á los ribereños de su curso interior.
Palabra del Dia
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