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Actualizado: 26 de julio de 2025
Contempladle; su frente altiva parece amenazar al cielo; su mirada imperiosa exige sumision y acatamiento; en sus labios asoma el desden hácia cuanto le rodea; en toda su fisonomía veréis que rebosa la complacencia en sí propio; la afectacion de sus gestos y modales os presenta un hombre lleno de sí mismo, que procede con excesiva compostura, como si temiese derramarse.
Y al sentir que el tiempo pasaba en vacilaciones y negativas, concluyó con amenazar a su hija con el cetro, como un viejo mendigo que levanta el bastón en el medio de la calle para intimidar a los rapaces que le arrojan cascaras y carozos. Cristela sabía que el rey amenazaba con el cetro sólo cuando estaba muy enojado. Tres veces no más le vio hacerlo, y las tres en graves circunstancias.
El príncipe Don Sancho, cuyo carácter violento lo arrastra hasta á amenazar al Rey, se declara en favor de Don Diego. El poeta nos ofrece después á Ximena en conversación con su confidenta; descúbrele que, á pesar de las prescripciones del honor, aún no se ha extinguido el amor que profesaba al matador de su padre.
Item, se da por aviso particular que si alguna madre tuviere hijos pequeñuelos, traviesos y llorones, los pueda amenazar y espantar con el coco, diciendoles: guardaos, niños, que viene el poeta fulano, que os echará con sus malos versos en la sima de Cabra, ò en el pozo Airon.
Las montañas que determinan la cuenca de este son mucho mas ásperas, salvajes y elevadas que las del lago de Thun, y se levantan repentinamente en estupendos murallones tajados á pico que parecen amenazar desplomarse sobre las ondas.
Con el nombre de motín del Pendón Verde relatan los historiadores de Sevilla el que estalló en el barrio de la Feria el año 1521, y el cual tomó grandes proporciones y llegó á amenazar seriamente á la población, ofreciendo con él no poca semejanza, el que en el mismo barrio se promovió en 1652.
Era la Marquesita, que desde el balcón del ganadero de cerdos, indignábase contra aquella gentuza, antipática por su ordinariez, que osaba amenazar a las personas decentes. Sólo unos pocos levantaron la cabeza: Los demás siguieron adelante, insensibles a la ridícula agresión, deseando llegar cuanto antes al encuentro de los amigos.
Al tercer día, sin embargo, volvió á salir con su escopeta. Atribuyéronle propósitos asesinos y hubo bienintencionado que susurró haberle oido amenazar con enterrar al lego en los surcos de sus campos; el fraile entonces le cobró verdadero miedo. A consecuencia de esto, bajó un decreto del Capitan General prohibiendo á todos el uso de las armas de fuego y mandándolas recoger.
Ahora nos juntamos en la torre decía el campanero . El Vara de plata ve con malos ojos nuestras reuniones, y hasta ha llegado a amenazar al zapatero con echarlo de las Claverías si continúan en su casa las tertulias. Conmigo no se meterá: ya conoce mi carácter. Además, si él manda en el claustro, yo mando en mi torre.
No tengo que dar cuenta de mis actos á los viandantes que encuentro en el camino, contestó secamente el desconocido. La ley me protege. No es esa mi opinión, dijo el noble, que si la ley os permite amenazar con esa clava á un hombre indefenso, tampoco me ha de impedir á mí poneros la espada al pecho.
Palabra del Dia
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