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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Mi tía trabajaba en sus flores, y yo, cerca de ella, me entretenía oyéndola. ¿Le gustaría a usted que me casara con Angelina? ¡Cómo no! exclamó alborozada. ¡Si es tan buena! ¡Si te quiere tanto! No por qué se me encendió el rostro. Nunca pensé que Angelina pudiera amarme. Y bien visto el caso ¿por qué no? Angelina era muy digna de ser amada.

Si te parece que voy a sufrir, te equivocas me decía algún tiempo después en uno de esos momentos de breve vacilación en los cuales parecía complacerse en dar a sus palabras una expresión de hostilidad malvada. Si un día llega a amarme, más tarde o más temprano, esto de ahora no es nada. Si no... ¿Si no?... repetí yo.

Yo no soy como la mayoría de las mujeres. ¡Bueno fuera que con la vida que llevo me mostrara hipócrita!... Mi pobre tía me cree una loca, porque digo las cosas como las siento: en mi vida me han querido mucho o me han aborrecido, por esta manía de no ocultar la verdad... ¿Quiere usted que se la diga?... Pues bien, usted ha venido aquí porque me ama, o al menos cree amarme; el defecto de todos los muchachos de su edad apenas encuentran una mujer que no es igual a las otras que conocen.

Acertó usted, Amaury, al decir que era capaz de amarme: Felipe me ama. Aún no me ha declarado su amor y doy gracias por ello a la prudencia de su carácter, que no le deja llegar a tamaño atrevimiento; pero eso salta a la vista y estaría yo ciega si no lo hubiera advertido. »Le cree usted capaz de comprometerme, pero nada hay más lejos de la verdad.

Es algo como la sensación prematura de una dicha futura que no tiene nada de terrestre, que es ilimitada, que llenará un día el vacío inmenso de mi corazón, que colmará toda la ambición de mis deseos. ¿Qué queréis ¡grandes dioses! que pida a la mujer que consienta en amarme? ¿qué podré esperar de ella? ¿El compromiso de los seres tan débiles, tan pasajeros, que no conocen, que no aprecian siquiera el instante en que gozan, que no pueden responder de la más próxima de sus emociones, que se extrañarían todos los días de mismos si todos los días adivinasen lo que les había de ocurrir al siguiente? ¿Una transacción, un contrato de algunos años o de algunos meses, que una circunstancia imprevista, los celos, el despecho, el pensamiento, puede modificar; que se altera por la duración, que se disuelve por la suerte, y que un desprecio, un capricho, una enfermedad, pueden cambiar en aversión?... ¡No! ¡no!

Estoy segura de que te adoraría. El amor de madre acaso ciegue a usted; pero, aunque ella propendiese a amarme, ¿cómo he de mandar yo a mi corazón que la ame? No la amo, y sin amor no me casaré con mujer alguna. amas, lo , a la que no puede ser tu mujer, porque lo es de otro dijo al fin la Condesa, no pudiendo sufrir más las rebeldías de su hijo.

Por la noche comuniqué a ésta la noticia; pero, en vez de recibirla con alegría, se me puso muy enojada. ¿Qué? ¿Un año todavía? ¿Y me lo cuentas con esa tranquilidad?... Ceferino, mira que te lo digo yo, ¡ no tienes corazón! ¡Oh Gloria! respondí, todo sofocado, llevándome la mano al pecho . No me digas eso. Aquí lo siento latir sólo por ti. Si dejases de amarme algún día, tengo la seguridad...

No añadí, moviendo la cabeza, existen ciertos obstáculos que deben impedirle poder amarme, la diferencia de nuestras edades, de posición y todo lo demás. ¡Ah! está usted completamente equivocado exclamó la viuda, con toda franqueza.

LEONOR. Si necesitas mi sangre, aquí la tienes. MANRIQUE. ¡Leonor! ¡Qué desgraciada en amarme has sido! ¿Por qué, infeliz, mis amores escuchaste? ¿Y no me aborreces? LEONOR. No. MANRIQUE. ¿Sabes que presa mi madre espera tal vez la muerte? ¡Venganza infame y cobarde! ¿qué espero yo...? LEONOR. Ven... No vayas... Mira, el corazón me late, y fatídico me anuncia tu muerte. MANRIQUE. ¡Llanto cobarde!

Y después, por un contrato consagrado por la religión: por un deber moral, legal y religioso, que le impulsa a amarme de un modo exclusivo. Si éste, aquél o el otro fuese su marido, en vez de serlo yo, ¿no le querría como a me quiere? ¿Quién sabe? Quizá le querría más

Palabra del Dia

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