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Actualizado: 22 de junio de 2025


Un buen mozo con negro dominó, montando un caballo de alquiler, marchó toda la tarde como pegado a la portezuela, hablando con Concha, mientras la mamá y Amparo miraban las máscaras. Era Roberto del Campo, el cual, a pesar de su gallardía, iba resultando un posma, que sólo sabía decir floreos, sin llegar nunca a declararse. La mamá comenzaba a no encontrar tan seductor a aquel espantanovios.

Los que quedan son más dignos de compasión. ¡No cómo se las arreglará la duquesa para salir de este atolladero. ¡A todos debe! Ultimamente el panadero se ha negado a fiarles más. ¿Cuánto deben de alquiler? Ochocientos francos; pero lo que me extraña es que siquiera el señor haya visto el color de su dinero.

Llegóse, en fin, el día que Andrés Caballero se apareció una mañana en el primer lugar de su aparecimiento, sobre una mula de alquiler, sin criado alguno; halló en él a Preciosa y a su abuela, de las cuales conocido, le recibieron con mucho gusto. El les dijo que le guiasen al rancho antes que entrase el día y con él se descubriesen las señas que llevaba, si acaso le buscasen.

El alquiler de cualquiera de los cuartos de los tres pisos que tiene la barriada de mi respetable Sr. D. Francisco, exige un pago adelantado de tres años; si al cabo de ese tiempo no se renueva el inquilinato, se hace el desahucio á golpe de piqueta, sin que nadie tenga derecho á quejarse, puesto que el casero, por boca de la Gaceta, tiene la magnanimidad de conceder un plazo de veinte días.

Hizo una señal al primero de los muchos coches de alquiler que en ordenada fila esperaban, y el cochero acudió presuroso, midiendo antes con la vista, de pies a cabeza, la traza del viajero.

Ofrecióme enseguida su casa, aunque era de alquiler, como la vieja que le servía de patrona por recomendación muy encarecida de su hermana a quien había zagaleado en Robacío; agradecíle la oferta como era mi deber en buena cortesía, y salimos juntos, sin los cumplidos corrientes entre españoles finos, y que tan molestos suelen ser en pasadizos de la angostura de aquéllos.

Seis semanas antes, este Garneville se había instalado en una gran casa toda recién amueblada, que no tenía más defecto que ser de una magnificencia demasiado violenta. Madama Norton firmó un contrato de alquiler, cien mil francos al año, con opción a comprar la casa y el mueblaje por dos millones en el primer año.

En los primeros años de la revolución este silencio era amenizado de vez en cuando con agradables diversiones. Los oficiales corrían las calles en automóviles de alquiler, disparando sus revólveres. Se tiroteaban de unos carruajes á otros. ¡Asunto de divertirse un poco!...

El jardincito del abate Constantín, sólo estaba separado del camino por una verja muy baja, en medio de la cual había una pequeña puerta. Los tres miraron y vieron venir un carruaje de alquiler de forma primitiva, tirado por dos grandes caballos blancos, manejados por un cochero de blusa. Junto al cochero iba un criado con librea de la más severa y perfecta corrección.

Estaba en el primero cartapacio, pintada muy al natural, la batalla de don Quijote con el vizcaíno, puestos en la mesma postura que la historia cuenta, levantadas las espadas, el uno cubierto de su rodela, el otro de la almohada, y la mula del vizcaíno tan al vivo, que estaba mostrando ser de alquiler a tiro de ballesta.

Palabra del Dia

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