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Teresina prometía futuras ventajas a Petra, y se despedían con más besos. ¿Quién ha estado ahí? preguntaba doña Paula. Era un pobre o uno del pueblo. Nunca se decía la verdad. Doña Paula no sospechaba nada contra la lealtad de la doncella. Registrándole el baúl, en su ausencia, había encontrado varias alhajas que bien valdrían dos mil reales.

Las alhajas, vestidos de señora, encajes y mantones de Manila que pasaban a ser suyos, tras largo cautiverio, vendíalos por conducto de una corredora llamada Mauricia la Dura. Esta iba a la casa con frecuencia en otros tiempos; pero ya apenas corría, y doña Lupe la echaba muy de menos, porque aunque era muy alborotada y disoluta, cumplía siempre bien.

Como faltase dinero para la guerra entregó la mayor parte de sus alhajas al joyero Cortizos y envió a su esposo ochocientos mil escudos: fueron necesarios más, y por el Conde de Castrillo mandó a Zaragoza las joyas que le quedaban; con lo cual viéndose el Conde-Duque amenazado por la impresión que tan noble conducta causase en el animo de Felipe IV, y deseando contrarrestarla de cerca, se determinó a volver a Madrid en Diciembre: pero su caída era ya inevitable.

Tomolo Rosalía con ansia y se alegró de poseer lo bastante para cumplir con Torres y con Sobrino, conservando un resto para atencioncillas de poco más o menos. «No cómo agradecerle a usted... dijo con vehemencia a su insigne amiga, estrechándole las manos . Pronto volverá todo a casa, pues no me gusta que mis alhajas hagan estas excursiones; y sólo por una gran necesidad...».

Tendrás todo lo que quieras: ricos trajes, hermosas alhajas... ¡Ah! exclamó desconsoladamente Luisa. Y á , padre, ¿qué me daréis á ? dijo la Inesilla. A ti, hija mía, te daré un hermoso ajuar, un buen dote y te casaré con Cristóbal. ¡Ay, padre! y ¡qué bueno es vuesa merced! No lo cree así tu madre, que dice que se ha de vengar de .

La antigua capitana de Talisay no solamente tenía buenas alhajas, sino que también era dueña de un gran bote que con sus correspondientes remeros puso á nuestra disposición. Listo el bote y listos nosotros, ayudados de la lona y de los remos, dimos rumbo en demanda del monte de Taal, gigantesca y sombría masa que se destaca en medio de las aguas.

No compramos alhajas porque no las nececitamos, contestó secamente Isagani, picado en su orgullo de provinciano. Una sonrisa se dibujó en los pálidos labios de Simoun.

Reuní todo el dinero que tenía disponible, vendí mis últimas alhajas y algunos objetos de valor y me puse á tallar en el círculo durante dos noches, en las que llegué á ganar ciento ochenta mil francos, lo bastante para ponerme á flote durante algún tiempo. Pero no me por satisfecho y resuelto á violentar la suerte, me puse á tallar la tercer noche con todas mis ganancias delante de .

7 Y venido a Jerusalén, entendí el mal que había hecho Eliasib en atención a Tobías, haciendo para él cámara en los patios de la Casa de Dios. 8 Y me dolió en gran manera; y eché todas las alhajas de la casa de Tobías fuera de la cámara; 9 y dije que limpiasen las cámaras, e hice volver allí las alhajas de la Casa de Dios, las ofrendas y el incienso.

Lo que dicen los cicerones á los ingleses que visitan estas alhajas, y que por lo general es todo cuanto necesitan saber: que es toda de plata sobredorada con esmaltes, engastes de oro y pedrería, que pesa ciento nueve marcos, y que es obra de esquisito trabajo. La capilla del cardenal Salazar, llamada tambien de Sta.