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Actualizado: 18 de julio de 2025
Ya está visto esto, y apreciada la alhaja: vale mil doblones. ¡Mil doblones! No podía ser menos un regalo de rey. ¿Pero dónde te ha visto su majestad? Eso mismo pregunté yo á Montiño: ¿dónde me ha visto su majestad? ¿Y qué te respondió? Que no lo sabía. ¡Que no lo sabía! pero cuéntame desde el principio. Anoche, ya tarde, llamaron á la puerta.
La costumbre obraba estos prodigios, y lo mismo era ver la señora los garbanzos y poner su mano en ellos, que se le llenaba el cerebro de números y veía claro en sus negocios, si le convenía o no tal préstamo, si debía quedarse o no con tal o cual alhaja.
En estas entregas ha habido notable descuido y poquísima formalidad; son muy pocos los pueblos en donde el cura se haya recibido por peso de las alhajas de plata y oro que se le han entregado, ni aun expresan si la alhaja es chica o grande, si está sobre madera o maciza, poniendo a bulto tantos candeleros, tantas cruces, tantos cálices, tantas vinajeras, etc.; lo mismo de los ornamentos, diciendo tantas capas, tantas casullas, tantas albas, etc., siendo así que estas ropas debían especificarse con individualidad, porque hay casullas y capas de riquísimos tisús, y otras de tela de seda muy inferiores.
Fiel como un perro y callado como un cenotafio, D. José fortalecía de tal modo su discreción, que en esta no hallaba el más breve resquicio la curiosidad de su hija. ¡José, eres una alhaja!
¿Vendría quizá equivocado el número de la casa y sería aquella buena alhaja la autora de la carta?... Parecióle esto a Currita improbable, y un hecho positivo la sacó de dudas: abrióse de repente la gran mampara de cristales que cerraba en el hotel el fondo del vestíbulo y apareció un coche que vino a detenerse al pie de la escalera; ni el cochero ni el lacayo traían librea, ni veíanse tampoco en el coche armas, iniciales o corona; al ejercitado olfato de Currita olióle todo aquello, desde luego, a principios de aventura.
La cocina podría albergar un ejército de marmitones; sólo las cacerolas y los peroles de cobre vigorosamente frotados ponen en ella una nota alegre que continúa la cocinera, reluciente como una alhaja. Aquel es el domicilio de Celestina, su triunfo, su admiración, su gloria, el orgullo y el amor de su vida.
En primer lugar, que un usurero no os daría lo que yo... en segundo lugar, que yo os daré un recibo en regla de esta joya, y yo tengo responsabilidad... todos los vecinos de alrededor, de casa abierta, me fiarán... La verdad del caso es que me ahorro de andar más dijo don Juan ; acepto vuestros tres mil doblones; dadme un recibo de esta alhaja, y yo os daré un recibo de vuestro dinero.
Nada había en la tienda que demostrase riqueza. Las paredes blancas estaban desprovistas de muebles, y sólo se veía á un lado un fuerte armario de hierro. ¿Qué se les ofrece á vuesas mercedes? dijo el platero mirando con recelo á don Juan y á su guía, porque sus trajes no le inspiraban la mayor confianza. Se trata de que taséis esta alhaja dijo don Juan dándole el estuche.
Era preciso vivir mucho tiempo a su lado para convencerse de que no era fea ni mala ni insoportable; y averiguado esto, se iba cayendo poco a poco en la cuenta de que era todo lo contrario, y hasta una alhaja para mujer de un marido de pocas necesidades intelectuales y mucho apego a la vida honrada y laboriosa de puertas adentro.
Este caballerito da unos gritos ... dijo Paz, alzando mucho la voz. ¿Ves? Ha venido á las doce. ¿Qué te parece, Salomé? Habrá estado en algún club de gente perdida. ¡Bonita alhaja hemos metido en casa! ¿Y dice usted, caballerito, que ha tenido que hacer? Sí, señora: he tenido cierto negocio contestó Lázaro un poco amostazado con las impertinencias de las dos viejas....
Palabra del Dia
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