Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 24 de junio de 2025
Este libro concluye, queridísimos lectores, a quienes adoro y reverencio; se acaba, y los notables y jamás vistos sucesos que me acontecieron por el proyectado matrimonio de Inés y por el encuentro de aquellas dos familias en el tortuoso y difícil camino de mis amores, serán escritos, por no caber en este volumen, en otro que pondré a vuestra disposición lo más pronto posible.
JULIA. Gracias por sus plácemes; los adoro cuando son sinceros. DORA. ¡Además había oído hablar de usted...! JULIA. ¡Ah! ¿Quiere decirme a quién...? DORA. A una amiga que desea permanecer desconocida. Una amiga anónima, ¿verdad? DORA. ¡Algo parecido! JULIA. Dará usted las gracias a su amiga, puesto que me proporciona una discípula tan agradable... DORA. En cuanto al precio...
¡Qué ha de haber pasado! Que le quiero, que le amo, que le adoro; que él me quiere también, aunque lucha por sofocar su amor y tal vez lo consiga; y que Vd., sin saberlo, tiene mucha culpa de todo. ¡Pues no faltaba más! ¿Cómo es eso de que tengo yo mucha culpa?
Pero el carruaje se aproximaba ya al término de la carrera, y Miguel no sabía qué partido tomar. Después de otro intervalo de silencio en el que procuró concentrar todas las fuerzas de su espíritu, volvió el ataque. ¡Tú no me quieres! dijo en tono quejumbroso, adoptando a su vez la actitud de hombre agraviado. Bien sabes que no es verdad; bien sabes que te quiero, que te adoro con toda mi alma.
Perdóname... ¿Por qué no has salido luego que se fue ese cura?... ¿Pensabas que iba a arrojarte?... No, preciosa mía... no... Te quiero, te adoro... Al mismo tiempo, alargando las manos, tropezó con una de su esposa, la cogió y la llevó a sus labios con entusiasmo. La dama la retiró prontamente. D. Álvaro quedó sobrecogido.
Lo cierto es que sentí un extremado enternecimiento al ver a mi lado a aquella hermosa criatura en todo el esplendor de la juventud, de la gracia y de la fuerza, y que debía ser mía. Rodeé con el brazo su talle, y, teniéndola muy cerca, le dije bajito: ¿Me ama usted?... ¡Yo la adoro!...
En Junio, sí, bien me acuerdo, todo era te quiero y te adoro, y bastante que nos reíamos de la mona del Cielo, aunque siempre la teníamos por virtuosa. ¿Que es sagrada, dices?... ¿Entonces, para qué la engañas? ¡Sagrada! Ahora sales con eso. Cojo mi sombrero y no me vuelves a ver... Eso es que tú lo quieres hace tiempo. Estás buscando un motivo, y te agarras a lo que dije.
Sería difícil explicarte... Yo misma no comprendo con claridad porqué ahora voy con inquietud a esa casa. ¡Y si supieras qué cariño les tengo! A Laura la adoro. No sé lo que daría por verla dichosa... Laura Aliaga es mi mejor amiga. ¡Ah, tu mejor amiga! Exceptuándote a ti, naturalmente... Pues bien, con todo esto, prefiero verlo en tu casa. En fin, ¿qué nueva prueba pretendes de mi amistad?
¡Qué alma tan grande tienes!... Eres muy hermosa, Lucía... ¡Te amo! ¡te amo!... ¡te, adoro!... Ámame, sí; pero ámame con un amor ideal, digno de ti y de mí... No me humilles, por Dios, no me bajes hasta el suelo, ya que tu amor me coloca en un sitio elevado... Te lo anuncio, Miguel..., no tardarás en despreciarme...
Un sentimiento que no sé definir y que me mueve a dar este paso con fuerza extraordinaria repuse . Un sentimiento que creo encierra algo de amor a la sociedad en que vivo y amor a la justicia que adoro... No le puedo contener ni sofocar. Quizás me equivoque; pero creo que usted es una peligrosa, aunque hermosa bestia, a quien es preciso perseguir y castigar.
Palabra del Dia
Otros Mirando