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Actualizado: 24 de julio de 2025
Se parece a tí murmuró el conde con tan blando acento que apenas si llegó a los oídos de su amante. Aún más a tí respondió ésta en la misma voz apagada. Luego, por un movimiento simultáneo, ambos volvieron la cabeza y se miraron larga, intensamente, con amor. Te adoro, Amalia dijo él. Te quiero, Luis respondió ella.
Adoro su imaginación, que infunde a muchos de sus actos cierto carácter poético; su amor a lo maravilloso, su religiosidad extremada de marinero metido en teologías, que le hace decir cosas heréticas sin saberlo y le impulsa a escoger libros religiosos poco aceptados... Admiro su coraje, su tenacidad para realizar un ensueño.
Todo lo que subsiste todavia de hermoso y de grande recibia de ti un nuevo esplendor, y lo que ya no existe parecia que habia vuelto a tomar su antigua brillantez; en estos lugares todo inspiro mi entusiasmo, y mi corazon conmovido adoro silenciosamente a los grandes hombres de otros tiempos.
¡Gracias, hija mía, gracias! exclamó el doctor sin poder contener su júbilo. ¡Eres adorable! ¡Te adoro, Magdalena! le dijo Amaury en voz baja. Entró entonces un criado para anunciar que comenzaban a llegar los invitados. Había que bajar, pues, al salón. Pero Magdalena no quiso hacerlo sin que antes fuesen en busca de su prima.
¿Qué hay? dijo ella, con la misma frialdad, volviendo la cabeza. Escucha, por Dios, un momento.... Te he dicho eso arrebatado por los celos, pero sin intención de herirte.... ¿Cómo he de ofenderte yo a ti cuando te quiero, te adoro como a un ser sobrenatural?... A éstas siguieron otras muchas palabras fogosas empapadas de cariño, mejor aún, de devoción.
23 Entonces metiéndolos dentro, los hospedó. Y al día siguiente, levantándose, se fue con ellos; y le acompañaron algunos de los hermanos de Jope. 24 Y al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo llamado a sus parientes y los amigos más familiares. 25 Y cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle; y derribándose a sus pies, adoró.
ELECTRA. Dime tú primero una gran verdad. MÁXIMO. Que te adoro. ELECTRA. ¡Falso, traidor! Toma esta rosa que he cogido para ti. Es pequeñita y modesta. Así quisiera ser siempre para ti tu chiquilla. ELECTRA. Aumenta corazón y rebaja inteligencia. MÁXIMO. No rebajo nada. ELECTRA. ¿Sabes?
-No entiendo ese latín -respondió don Quijote-, mas yo sé bien que no puse las manos, sino este lanzón; cuanto más, que yo no pensé que ofendía a sacerdotes ni a cosas de la Iglesia, a quien respeto y adoro como católico y fiel cristiano que soy, sino a fantasmas y a vestiglos del otro mundo; y, cuando eso así fuese, en la memoria tengo lo que le pasó al Cid Ruy Díaz, cuando quebró la silla del embajador de aquel rey delante de Su Santidad del Papa, por lo cual lo descomulgó, y anduvo aquel día el buen Rodrigo de Vivar como muy honrado y valiente caballero.
Pero aun así, su moral, una moral para la tierra, sin sanciones celestes, encaminada al bienestar positivo de los humanos, tenía forma. Yo dijo Aresti con sencillez adoro la Justicia Social como fin y creo en la Ciencia como medio. Urquiola rompió á reír con una carcajada insolente. ¡La ciencia! ¡La moderna ciencia de los revolucionarios y los impíos! Ya sabía él lo que era aquello.
Es verdad murmuraba ella, apoyando su cabeza en el hombro de Gabriel . Adoro a la miseria que nos permite conocernos. Tú serás mi compañera continuó Luna con entonación dulce . Nuestras vidas marcharán juntas hasta que la muerte rompa su abrazo. Yo te defenderé, aunque de poco sirve el auxilio de un enfermo perseguido por los hombres. Tú endulzarás mi existencia con tu cariño.
Palabra del Dia
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