United States or Rwanda ? Vote for the TOP Country of the Week !


Es usted exageradamente juiciosa... Sépalo, señorita: yo no tengo más que un deseo, ahora que tengo que dejarla: el de volverla a encontrar. Y no solamente para continuar una relación agradable, sino porque la adoro. ¡No se retire, María Teresa, se lo ruego!... , yo la amo a usted, y mi más ardiente deseo es el de obtener su mano...

; yo adoro esa cúpula; yo adoro la pintura que se custodia en un palacio que veo desde aquí. Puesto delante de la Concepcion, yo adoro á Murillo. Puesto delante de la cúpula de los Inválidos, adoro á Mansard, sea ó no sea francés. Si Mansard fuese la Francia entera, yo adoraria toda la Francia.

Maltrana siguió besándola, interrumpiendo sus caricias con ardorosas palabras. Grita lo que quieras... pero no te dejo. He de asesinarte, matarte a besos... Te adoro. Eres la Venus de Milo... La de Milo, no, ¡que barbaridad! no tiene brazos, y los tuyos son muy bonitos.

Buen día, mi buena Paulina, ¿cómo te va? Muy bien, ocupándome de tu comida. ¿Quieres saber lo que hay? Sopa de papas, una pata de carnero y crema. ¡Admirable! Adoro todo eso y me muero de hambre. Y ensalada, se me olvidaba ensalada que me ayudarás a preparar. Comerán a las seis y media en punto, porque esta noche, a las siete y media, comienza el mes de María. ¿Dónde está mi padrino?

Yo pensaba entonces que el escuro perfume de los jardines era vuestro aliento, ¡y mis pupilas, fijas en la altura, querían adivinar lo que sabían y aun saben de nosotros las estrellas!... ¡Yo os adoro, Beatriz!... La niña suspiró otra vez, y Ramiro sintió que su manita buscaba la suya. Sus dedos se entrelazaron, se ciñeron apasionadamente. ¡Cuán dichoso me siento! balbuceó entonces Ramiro.

4 porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas; mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y los grillos desmenuzados; y nadie le podía domar. 5 Siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con las piedras. 6 Y cuando vio a Jesús de lejos, corrió, y le adoró.

¡Ay, Dios mío! exclamó María Teresa, asustada, ¡está delirando!... ¡Padre!... ¡Papá!... aquí estoy yo, que te adoro... papá ¿me oyes? ¡Oh, padre, padre, no delires más! El señor Aubry continuaba: Sabes, Juan... hijo mío, mi verdadero hijo... , , Juan... tengo el medio de... te sorprendes... espera... espera... ¡Ah, ah, ah! ¡aquí esta... el medio de!...

Ahora pida usted perdón de su fechoría que no conozco ni quiero conocer. Clarita dijo Tristán mirando a su prometida que continuaba tapándose los ojos con la mano , perdóname lo que te he dicho. Te juro que te adoro, que te quiero con toda mi alma... ¿Cómo? ¿Cómo...? ¿Qué modo de pedir perdón es ese...? Hágame usted el favor de hacerlo como se debe.

Yo adoro el universo lleno de luz, pintado con lindos colores, sombreado por amorosas opacidades que cubren el discreto amor; yo adoro la naturaleza que todo lo hizo hermoso, y detesto a los hombres corruptores del elemento donde habitan, como ensucian los sapos la laguna.

Después de oprimir entre sus brazos los músculos del Apolo ruso, blancos y fuertes, necesitaba quemarse en la llama inmortal que tiembla sobre la frente del Arte, y adoró al músico famoso. Ella, tan solicitada, descendió por primera vez de su altura para buscar al hombre, y con sus insinuaciones amorosas turbó la plácida calma de aquel artista, embebido en el culto del sublime maestro.