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¡Acuérdate de lo que ha pasado!... ¡Vosotros habéis sido vencidos!... Y nosotros, las viejas razas del Norte, os hemos puesto el pie en la frente.

¡Quiere decirse que le viste con ella y te quedaste tan fresco! gritó la joven, furibunda, echando llamaradas de los ojos. No me quedé fresco... Me alboroté mucho; pero después vino la reflexión. Lo que importa, me dije, no es que él muera, sino que ella aprenda. Y has aprendido. ¡Pues si yo les llego a ver...! Si les llegas a ver, acuérdate de . Hazte santa como yo... Les miras y pasas...

De tus deberes para con ellos nada te digo, que la humildad de sacerdote no ha de echar en olvido la dignidad de hombre, y tengo por cierto que antes de poco no sabrán qué mirar con más cariño: si su venerable eclesiástico o su discreto y leal amigo. Partirás en breve, y sabe Dios hasta cuándo. Acuérdate alguna vez de , y siempre de lo que te debes a ti mismo.

Todo ha sido sencillo, natural, impremeditado. Acuérdate bien de todo. Vimos al Conde en los Jardines del Buen Retiro, y me excitaste a coquetear con él. ¿Es esto cierto? Lo es. ¿Es cierto que hasta me diste lecciones de coqueteo, con el fin... pásame lo grosero de la expresión... más grosera es la idea... con el fin de ver si lograba pescarle para marido? También es cierto; no lo puedo negar.

Aquél y Emilio cambiaron una mirada maliciosa. Irenita, la joven casada, se ruborizó. Te están haciendo vieja, Pepa. Acuérdate que eres abuela respondió la señora de Calderón. ¡Qué abuela tan rica! exclamó por lo bajo Cobo, aunque con la intención de que lo oyese la interesada. Esta le echó una mirada entre risueña y enojada, demostrando que había oído y lo agradecía en el fondo.

Acuérdate: es un condenado á muerte, y sólo un cuidado maternal, un atmósfera dulce y plácida, podrán prolongar sus días. Ella deseaba realizar esta obra tal vez por egoísmo, por borrar de su memoria con una larga acción generosa todo lo malo que había hecho antes.

3 Acuérdate pues de lo que has recibido y has oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Y si no velares, vendré a ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré a ti. 5 El que venciere, será así vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. 6 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.

29 Acuérdate de ellos, Dios mío, contra los que contaminan el sacerdocio, y el pacto del sacerdocio y de los levitas. 31 y para la ofrenda de la leña en los tiempos señalados, y para las primicias. Acuérdate de , Dios mío, para bien. 4 para mostrar él las riquezas de la gloria de su reino, y la honra de la hermosura de su grandeza, por muchos días, ciento ochenta días.

No diré si era buena la carne que comíamos, pero que los vinos eran exquisitos y que les hicimos justicia. Tarlein se aventuró una vez a detener la mano del Rey. ¿Cómo se entiende? exclamó éste Acuérdate, Federico, de que debes partir mañana antes que yo, y por lo tanto tienes que dejar de beber dos horas antes. Tarlein vio que yo no comprendía.

Acuérdate de lo mucho que hemos hablado de esto en las largas noches de invierno. Mi pensamiento se va nublando, y temo que, si no doy punto aquí, me falten fuerzas para firmar esta. Dentro de poco habré cerrado mis ojos a la luz de este mundo. Quiera Dios abrírmelos a los de la gloria eterna. He recibido los Santos Sacramentos, y espero el perdón de mis culpas.