Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 15 de mayo de 2025
Vi en su casa á Juana Baud que estaba preparada para acompañarme á Londres, y obtuve de ella que fuese á reunirse conmigo el día siguiente en el Havre. Y en seguida me fuí á almorzar con Sorege, el único de mis amigos á quien podía confiar mis desdichas y mi viaje. Su sorpresa pareció muy grande al saber que había yo llegado á tales extremos.
En respuesta me ofreció él su proteccion, y fondos si los necesitaba, proponiéndome ademas un oficial del ejército y dos jóvenes para acompañarme.
Vuestro marido puede acompañarme y conducirme... No temáis nada, Catalina; es el último sacrificio que os pido, y sea cual fuere el resultado definitivo de la lucha, os recompensaré y aseguraré vuestra suerte, hasta el fin de vuestros días... ¡Vos recompensarme! dijo Catalina con tristeza . No está bien que me habléis así. Mi mayor recompensa es vuestra felicidad.
Con la mayor cautela, tomé un grueso bastón que solía acompañarme en mis viajes, y conteniendo la respiración y avanzando unos pasos, le asesté tremendo golpe sobre el ala izquierda, que sonó seco y lastimero contra el barandal de hierro. Cayó el pájaro a la calle y yo, por lo pronto, no me atreví a asomarme, temiendo que algún transeunte fuese testigo de mi acción nefanda.
Con los amigos, hasta la pared de enfrente, o no tenerlos. Mi querido doctor exclamó Esteven reconocido... Y levantándose, la mano poco aseada de S. E. entre las suyas, agregó que se marchaba, porque no quería robar al ilustre ministro el tiempo, que tan escaso le venía para sus múltiples e importantes ocupaciones. No se moleste usted, doctor, en acompañarme... ¡siempre tan amable!
¿Por qué motivo? preguntó con naturalidad y modestia. Porque adivino perfectamente lo que está pensando. Usted teme que llegue la noche, como los niños... Empieza usted a estar violento con una mujer que todavía no es vieja, y se arrepiente ya de haber cedido a acompañarme... No anda usted muy distante de la verdad replicó el sacerdote con firmeza.
Entre el tropezón, mi caída, el grito que dí y las voces de Rubín, se asustó el caballo de tal manera que salió á escape, perseguido por el paje. Antes de que pudiera levantarme ví á mi lado al desairado pretendiente, quien me anunció que estaba en sus tierras y me ofreció cortésmente acompañarme hasta su casa, donde podría esperar con comodidad el regreso del paje.
Yo quisiera ir a parar a un valle más pequeño que éste, pero más risueño todavía: el cielo siempre azul, la tierra llena de flores y animales hermosos que viniesen a comer a mi mano. Y vivir allí sola con Dios y las personas que eligiese para acompañarme.
» ¡Vamos! ¡Pronto! ¡Pronto, Amaury! exclamó ésta, acto continuo. Ve a tocar el vals de Weber. Esta idea me obsesiona y no puedo desterrarla de mi mente: toda la noche he estado oyendo ese vals. » Pero, ¡si no puedes acompañarme al salón, Magdalena! » Demasiado lo sé, pues, por desgracia, casi no puedo tenerme en pie; pero tú dejarás todas las puertas abiertas y así podré oírte bien.
Mamette en su fuero interno pensaba indudablemente en que hacía ya un poco fresco para acompañarme hasta la plaza, pero tuvo la prudencia de no exponer su opinión. Unicamente, mientras le ayudaba a meterse las mangas del sobretodo, un bonito sobretodo de color rapé con botones de nácar, oí a la buena señora que le decía dulcemente: No regresarás muy tarde, ¿verdad?
Palabra del Dia
Otros Mirando