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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Ya hacía también aproximadamente un año que había muerto el padre de Mary, y tenía que entregar a Machín el sobre de mi tío Juan. Mi tío me recomendó que se lo diera en su mano, y pensé hacer las dos cosas al mismo tiempo: entregarle el sobre y desafiarle. No sé cómo se enteró el médico viejo de mi resolución; el caso fué que dijo que tenía que acompañarme. Yo me opuse, pero al fin me convenció.
Eran las diez de la noche, cuando me presenté al conserje de la Academia y le pedí las llaves del anfiteatro para recojer unos instrumentos que había yo dejado olvidados. El conserje me las franqueó en seguida y hasta ofreció acompañarme, pero yo le dispensé esa molestia, y penetré solo en el salón.
Oye, querido tornó á decir con resolución al cabo de un rato. Me voy en busca de ellos. ¿Quieres hacerme el favor de acompañarme? Una ola de vergüenza subió á las mejillas del caballero de Medina. ¿Yo?... ¿Qué dices?... No te apures, hijo manifestó la joven observando su turbación. Te lo he pedido porque, como dudo que Velázquez me defienda, es fácil que entre todos ellos me maten.
Me voy cansando de mi residencia en este lugar, y cada día siento más deseo de volverme con Vd. y de recibir las órdenes; pero mi padre quiere acompañarme, quiere estar presente en esa gran solemnidad y exige de mí que permanezca aquí con él dos meses por lo menos. Está tan afable, tan cariñoso conmigo, que sería imposible no darle gusto en todo. Permaneceré, pues, aquí el tiempo que él quiera.
Si persiste, tú te vienes conmigo y él que se vaya al infierno. Estaba furiosa. Su hija, aunque quisiera poner reparos a esto de la separación, pues adoraba a su infiel marido, no se atrevió. Bajó sumisa la cabeza. Cuando llegó el momento de marchar, Pepa se dirigió a su yerno: Emilio, haz el favor de acompañarme. Deseo hablar contigo. "¡Malo!" dijo para sí el joven. ¿E Irene? Que vaya sola.
Como me gusta ver el paisaje y hacer ejercicio, y como me dijeron que adelante, siempre adelante, eché a andar, mandando mi equipaje en un carro. Ya ve usted cómo me perdí... pero no hay mal que por bien no venga... le he conocido a usted y seremos amigos, quizás muy amigos.... Vaya, adiós; a casa pronto, que el fresco de Setiembre no es bueno. Esta señora Nela tendrá la bondad de acompañarme.
Y yo que deseaba ir a todo. Va a predicar un padre nuevo. Dicen que lo hace muy bien. «Las siete palabras» van a estar magníficas. En la casa de Castro Pérez están ensayando el «Stabat Mater». «Pero a nada de eso iré yo. El pobre de Andrés viene todas las noches, luego que cierra su tienda, y dos veces se quedó acá para acompañarme.
Aun suponiendo que Juan me hiciese traición, ignoraba aquella parte de mi plan y sin duda esperaba verme atacar la puerta principal a la cabeza de mi gente. Allí como le dije a Sarto, estaba el verdadero peligro. Y allí agregué, se hallará usted. ¿Todavía no está usted satisfecho? No, no lo estaba. Lo que él quería era acompañarme, a lo cual me negué terminantemente.
No hay nadie que entienda como esa gente inglesa el modo de hacer vida elegante en medio de la Naturaleza. Botín, que ha estado en Inglaterra, me contaba cosas que me hacían feliz. JOAQUÍN. Pues si lo prefieres, iremos a Londres y Escocia. ISIDORA. Calla, calla. Te diré... Iré yo sola, o contigo, si quieres acompañarme... Porque no me casaré, Joaquín; viviré soltera riéndome del mundo.
Le había conocido yo en casa una noche, y me habían caído muy en gracia su catadura y sus «cosas»; por lo que mi tío, que pescaba en el aire las ocasiones y los medios de agasajarme, dispuso que desde el día siguiente se agregara a Chisco para acompañarme en mis correrías.
Palabra del Dia
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