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Actualizado: 16 de septiembre de 2025


Todavía en el camino, aunque le hizo el caballo a todo correr, pugnó el Vizconde por fortalecer su espíritu y por creer que lo que había leído no podía tener mal resultado y era sólo conjunto de burlas o de declamaciones, inventado por Rafaela para lucirse y hacer gala de las muchísimas cosas que había aprendido durante su larga estancia en París y de lo acicalado y agudo que había llegado a ponerse su ingenio.

Acicalado, perfumado y siempre de veinticinco alfileres, aunque bizarro militar, tenía más trazas de Cupido que de Marte. No creo que tuviese ilusiones, ni que soñase, como su amigo el doctor. Don Jaime iba al grano. Buen mozo, audaz y discreto, había tenido ya varios éxitos ruidosos con damas elegantes, y tres o cuatro desafíos, en los que siempre había quedado vencedor.

Era el homeópata madrugador y comenzaba muy temprano sus visitas. Bonis le encontró vestido y acicalado, como para ir a pagar la visita a un embajador, que así era como él siempre se vestía para acercarse a la cabecera de sus enfermos.

Se fijó igualmente en su barba corta y bien cuidada, distinta de la que él había visto en las trincheras. Iba limpio y acicalado por su reciente salida del hospital. ¿No es verdad que se me parece? dijo el viejo con orgullo. Doña Luisa protestó, con la intransigencia que muestran las madres en materia de semejanzas. Siempre ha sido tu vivo retrato.

»Al fin, comenzaron allegar algunas de ellas: las viejas del tresillo; después, los hombres que les hacían la partida; luego, la condesa viuda de Picos Pardos, mi madrina, ¡gran charlatana!; en seguida, Aljófar, «nuestro poeta», que ya nos tenía ensordecidos de oírle plañir elegías a la muerte de mi padre, y cansados de atacarle el estómago de pastas y amontillado; Leticia, con su marido... y el subsecretario de Gobernación; Luzán de los Airones, caballero de la más preclara nobleza, pero simple de remache; Sagrario, con un hermoso turco recién llegado a la Legación de Constantinopla, al cual se permitió presentamos, contraviniendo a las órdenes de mi madre, con la disculpa de que aquella noche no era de tertulia casera, sino una de las tres semanales en que se recibía, «con más o menos descaro»; tras esta pareja, otras gentes más o menos simpáticas... En fin, todos menos él..., ¡hasta don Mauricio Ibáñez, con una cantera de pedrería sobre su cuerpo, reluciente, bruñido, acicalado e insinuante, como nunca le había visto yo!

Y el acicalado millonario de la calle de Verneuil, arrojó dos billetes de a mil francos al rostro de su esclavo, diciéndole: ¡Toma, infame! El dinero es lo de menos; pero me has hecho gastar lo menos cien mil escudos de paciencia. Vete ahora mismo de aquí; sal de mi casa para siempre, y haz de modo que nunca jamás, en mi vida, vuelva a oír pronunciar tu nombre.

De vez en cuando levantaba un poco la mano y chasqueaba la lengua, lo cual comunicaba una melancolía profunda a su meditación: otras veces decía en voz baja y ronca: «¡upa, upaArrastrada por el torbellino de sus tristísimas ideas, hubiera concluido sin duda por llorar y gritar desesperadamente, si al entornar un poco la vista hacia la puerta no hubiese visto en ella admirablemente peinado y acicalado a su hermano Miguel.

Pero Morsamor aún fue más aplaudido, porque, en cerrado coso, a caballo, y armado también de frágil bastón en cuya extremidad había acicalado hierro, lidió y mató bravos toros entre las entusiastas aclamaciones de caballeros y de damas. Sin duda entonces hubo de prendarse de Morsamor doña Sol de Quiñones. Lo cierto es que él se prendó de ella, hizo gala de que la servía y vistió sus colores.

A la siguiente mañana, no repitió Mariano sus exigencias de la noche de Navidad. Estaba de buen humor, alegre, saltón, inquieto y condescendiente. Gozosa también Isidora de verle sin las siniestras genialidades de la pasada noche, hízole mil caricias, le vistió, le arregló, púsole una elegante corbata, que ha días tenía para él, le peinó, sacándole raya, y cuando estuvo, a su parecer, bastante acicalado y compuesto, llevole delante del espejo para que se viera, y le dijo: «Ahora que estás hecho una persona decente».

Palabra del Dia

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