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Actualizado: 7 de junio de 2025


En lo más vivo y animado de la discusión, abriose de nuevo la puerta y entró Magdalena. Sin embargo, no era ya la misma Magdalena que algunas horas antes había surgido ante nuestra vista. Tenía los ojos bajos y titubeó un momento en el umbral; llevaba una manta doblada en el brazo y parecía haber dejado tras la franca resolución que horas antes nos había encantado.

Un ratito después, abriose la puerta de la estancia mortuoria, y Fortunata tuvo un estremecimiento nervioso, creyendo al pronto que era la propia Mauricia que aparecía... Pero no, era Guillermina. Desde que dio esta el primer paso en la sala, fijáronse sus ojos en la joven, quien otra vez tuvo miedo. La santa iba derecha a ella, mirándola como no la había mirado nunca.

Abrióse de improviso una puerta en el fondo de la cámara y apareció una mujer joven. Abrió un balcón y penetró en la alcoba la luz fría de aquella mañana nublada y lluviosa. La mujer despertó. Se incorporó en el lecho y miró con disgusto á la puerta de la alcoba á donde había llegado la joven.

Saludaron con ademán uniforme a la presidencia, y rompieron filas, tirando las capas de gala a los amigos de los tendidos, que se encargaron de su custodia con más orgullo que si se tratara del Arca de la Alianza. El presidente sacó el pañuelo; sonó el clarín; abriose la puerta del toril: apareció el primer toro.

Abrióse la litera. Un bulto se acercó á ella. Salid, caballero dijo á Quevedo. Este no conoció la voz del que le había hablado, pero salió. Asíos de mi brazo, que la noche está lóbrega dijo aquel hombre y sois torpe de pies. Y de cabeza, lo que no creía, y me ha hecho creer el verme perdido en estos enredos dijo don Francisco asiéndose al brazo de quien le había hablado ; ¿y á dónde vamos, amigo?

Y llevándose tras á Montiño, que estaba adherido á él por el terror, salió de su aposento y poco después del alcázar. Encamináronse á casa de la Dorotea. Cuando llegaron á la puerta, el bufón dijo al cocinero: Llamad y entrad, aquí os aguardo. Montiño llamó temblando. Abrióse la puerta y apareció Pedro.

Vn Saluador en vitela con las manos sobre vn mundo. Vn Francisco Xauier, en lamina. Vna relixiosa de la orden de S.t Yago, en lamina. Las quales siete laminas, con sus marcos negros, quedaron en el q.to del Príncipe. Abriose un cubillo en la escalera que baja a la Secretaría del despacho, y se alló en él vn retrato arrollado de la Reyna madre de françia. Otro retrato del señor emperador.

Pero en este momento el pestillo crujió, abriose despacio la puerta, y una voz dijo: Entren a cubierto de la lluvia. La voz no era la del viejo ni la de su mujer. Era una voz infantil, cuyo débil timbre quebrantaba aquella ronquera antinatural, que sólo pueden dar la vagancia y el abuso prematuro del alcohol.

¿Vendría quizá equivocado el número de la casa y sería aquella buena alhaja la autora de la carta?... Parecióle esto a Currita improbable, y un hecho positivo la sacó de dudas: abrióse de repente la gran mampara de cristales que cerraba en el hotel el fondo del vestíbulo y apareció un coche que vino a detenerse al pie de la escalera; ni el cochero ni el lacayo traían librea, ni veíanse tampoco en el coche armas, iniciales o corona; al ejercitado olfato de Currita olióle todo aquello, desde luego, a principios de aventura.

Un momento después abriose la puerta que comunicaba con la cuadra del baño, y el mancebo vio aparecer a la hermosa morisca, con los cabellos retenidos por linda almadraba de hilo de oro y esmeraldas redondas. Un blanco velo caía desde su cabeza hasta los anchos calzones de verde tafetán, adornados con glandes.

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