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Arremetió a mí en viéndome, que, según estaba, fue mucho conocerme. Yo le abracé; preguntóme cómo estaba; díjele luego: ¡Ah, señor licenciado, qué de cosas tengo que contarle! Sólo me pesa de que me he de ir esta noche y no habrá lugar. -Eso me pesa a mí -replicó-, y si no fuera por ser tarde, y voy con prisa a comer, me detuviera más, porque me aguarda una hermana casada y su marido.
-No son los amores como los que vuestra merced piensa -dijo el galeote-; que los míos fueron que quise tanto a una canasta de colar, atestada de ropa blanca, que la abracé conmigo tan fuertemente que, a no quitármela la justicia por fuerza, aún hasta agora no la hubiera dejado de mi voluntad.
Corrí hacia él, deshice sus ligaduras... ¡y le abracé llorando! A partir de aquel momento, y gracias a mí, conquistó una brillante posición. Caffarelli proclamole su vencedor. Pero este vencedor llegó a ser un amigo de corazón y su casa ha estado abierta siempre para mí. Su fortuna no le ha cambiado.
Mudo por el espanto y por las solemnes palabras que acababa de oír, me abracé al anciano, que continuó de este modo: «Pues digo que siempre he sido cristiano católico, postólico, romano, y que siempre he sido y soy devoto de la Virgen del Carmen, a quien llamo en mi ayuda en este momento; y digo también que, si hace veinte años que no he confesado ni comulgado, no fue por mí, sino por mor del maldito servicio, y porque siempre lo va uno dejando para el domingo que viene.
Todo lo que pido es que me hable usted francamente para saber si debo esperar ó resignarme. Diga Usted sí, y vamos juntos á ver á mi padre y á que yo abrace á su madre de usted con todo mi corazón. Diga usted no, y mañana parto, para que no me vea usted llorar. Maud ofreció su mano y Jacobo la vió pálida, en la clara noche, y con los ojos brillantes de emoción.
Hay ciertos bienes que valen más encontrados al azar que buscados con cálculo, y es muy general que quien despreció la suerte cuando pasó a su lado, ande después a cabezadas tras ella, y no la encuentre ni siquiera pintada, o halle cualquier falsificación del bien y la coja gozoso y la abrace y se desengañe y rabie, deplorando su torpe indolencia.
Dirigí una rápida mirada a Sarto, que se sonreía socarronamente, y resuelto a cumplir mi deber hasta el fin, en la posición que me había deparado la suerte, abracé a mi muy amado Miguel y le di un beso fraternal. No dudo que uno y otro nos alegramos de ver terminada aquella comedia.
Me acostaré, en fin, con el más alto magistrado del Estado, si éste tiene tiempo y deseos de hacerlo. Cuando una mujer abraza una carrera, conviene que abrace también a todos los que pueden facilitarle el acceso a la misma. Esto no me impedirá que entre en la Comedia Francesa, si se me antoja. ¡Por el contrario...! ¡Me ayudará a conseguirlo...!
Vuestro gran entendimiento, Y divino en esta parte, 350 Ha dado el mejor remedio Que pudiera imaginarse. No le había más seguro, Y sobre seguro, fácil, Para que todos quedemos 355 Honrados cuando me case. No será mucha licencia Que á el altar dichoso abrace, Sagrado de mis deseos, Donde está amor por imagen, 360 Pues ya decís que sois mía. DO
Me incliné detrás de ella y le abracé la cabeza. Sí, mi alma querida...¿quieres? Podremos ser muy felices. Eso no importa nada...¿quieres? ¡No, no! me respondió no podríamos... no, ¡imposible! ¡Después, sí, mi amor!... ¿Sí, después? ¡No, no, no! redobló aún sus sollozos.
Palabra del Dia
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