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Actualizado: 26 de junio de 2025
Bien dice el refrán que entre bonete y almete se hacen cosas de copete. Las campanas se echaron a vuelo, el teatro volvió a funcionar, los vecinos abandonaron el luto, y Lima se entregó a fiestas y regocijos.
Los dos abandonaron la tienda, trémulos de emoción por las adquisiciones que acababan de realizar. Por fin, iban a tener una casa, a ser dueños de algo. Comenzaban una vida nueva. Antes de dos horas tendrían los muebles en su casita, en aquel nido próximo a las nubes.
Hallábase en lo mas crítico de su peroracion, cuando sonaron de repente los tambores que anunciaban la entrada de la caravana de mercaderes en la ciudad; y todos entonces, escepto doce fieles de fé tenaz y aguerrida, abandonaron el templo dejando al predicador con la palabra en la boca.
La función religiosa terminó apresuradamente. Que perdonara la Virgen: otro año tendría mayor solemnidad. Y las autoridades e invitados abandonaron sus asientos del altar mayor para correr en demanda de noticias al palacio arzobispal. Al despertar Gabriel, pasado mediodía, todos hablaban en el claustro alto de la salud de Su Eminencia. Su hermano preguntaba a tía Tomasa, que venía de palacio.
Sabidas estas condiciones de la escritura própia de los Filipinos, fácil es comprender la rapidez con que la abandonaron por adoptar la que traian los españoles; pero tambien es mas fácil comprender lo inutil que les hubiera sido el solo cambio de la direccion, como vimos antes, porqué la dificultad de la lectura no se vencia, y el solo placer de imitar, les proporcionaba la inmensa desventaja de tener que aprender, sin provecho, una cosa nueva.
Ciertamente, y os ordeno a todos que os retiréis al interior de la choza, porque la más leve herida de estas flechas es mortal. El upas es un veneno terrible. ¿Serán los piratas quienes nos hayan lanzado esa flecha? Sin duda, Cornelio. Apresurémonos a ponernos en sitio seguro. Abandonaron el corredor y entraron en la cabaña, en el momento en que una segunda flecha iba a clavarse en el techo.
Dos galeras monegascas figuraban siempre en las armadas de España... Sólo cuando la decadencia de los Austrias empezó á hacernos perder nuestra influencia europea nos abandonaron los Grimaldi, con la precipitación del que huye de una casa que se viene abajo. Richelieu hacía en aquellos momentos la grandeza de Francia, y se fueron con él.
Dedicose a asistir por las casas desempeñando los oficios más bajos y penosos, traer agua o fregar suelos, llevar recados; lo único que era capaz de hacer, pues no tenía oficio alguno. Pero llegó un momento al parecer en que las fuerzas la abandonaron; su salud, cada día más vacilante, la iba dejando inútil para el trabajo. Fue despedida de algunas casas.
Abandonaron sus asientos, y al dirigirse a una de las escalerillas para descender al paseo, notaron en el mar varias curvas negras y veloces que asomaban un instante sobre el agua, sumiéndose y reapareciendo más lejos entre burbujeo de espumas. Son atunes dijo Maltrana . O tal vez sean delfines... ¡Quién sabe! De seguro que no son sirenas repuso Ojeda.
Mientras tanto, las cestas de Nelet y Visanteta se llenaban hasta los bordes, y en el rostro de los dos criados iba marcándose el gesto de mal humor. ¡Vaya una compra! El bolso de doña Manuela parecía un cántaro sin fondo que iba regando de pesetas todo el Mercado. Abandonaron las carnicerías para entrar en el mercado de la fruta, entre los dos pórticos.
Palabra del Dia
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