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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Ahora la mirada del príncipe era de piedad. «Está loco», parecían decir sus pupilas. Esta tarde, mi orquesta continuó me ha hecho conocer una nueva sinfonía, algo que no había oído nunca. Mientras ganaba dinero, no pensé una sola vez en . Nada de palacios, ni de yates, ni de fiestas. Pensaba únicamente en «la Generala», y pensaba con verdadero odio, deseando vengarme de ella.

Perla resentía la ofensa, y se vengaba con todo el odio de que puede suponerse capaz un pecho infantil.

El mar, tan maltratado por el hombre en esa guerra inhumana, ha pagado el daño recibido con generosidad y benevolencia. Cuando la tierra, su bien amada, la ruda tierra le consumía, agotábale, él, ese mar temible, maldito, la acogía sin odio, alojábala en su seno, devolvíale la savia y la vida. ¿Acaso no es del mar que surgió la vida primitiva?

Quisiera reunir yo en misma todas las bellezas del mundo, y que nadie más que yo tuviera hermosura alguna sobre la tierra. Porque te quiero, Juan, lo odio todo.

Cuando se ve a una persona desde la mañana a la noche, no hay odio que dure; se habla, se responde, esto no compromete a nada; pero, la vida no es posible más que a este precio. Ella le llamaba don Diego; él sencillamente Germana. Un día de mediados del mes de junio, estaba tendida en el jardín sobre unos tapices de Esmirna.

Carecía de talento y su inteligencia no era muy superior a la de cualquier perro de aguas; pero su conciencia se le reveló. Vos no poseéis mi estima le dijo un día al notario, creyendo hacerle un gran bien. Y la repugnancia que L'Ambert sentía por él trocose en odio mortal. En los últimos ocho días de su forzada intimidad sucediéronse las tempestades casi sin interrupción.

La hija de Valls había sufrido los tormentos del alfilerazo traidor, del arañazo oculto, del golpe de tijera en la trenza, y luego, al ser mujer, el odio y el desprecio de sus antiguas compañeras le había seguido en la vida, amargando sus placeres de mujer joven y rica. ¿Para qué ser elegante?... En los paseos sólo la saludaban los amigos de su padre; en el teatro no veía visitado su palco más que por gentes procedentes de «la calle». Con uno de ellos tendría que casarse, como se habían casado su madre y sus abuelas.

No voy, porque tu hermano me odia contestó claramente Martín. No, no lo creas. ¡Bah! Yo lo que me digo. El odio existía. Se manifestó primeramente en el juego de pelota. Tenía Martín un rival en un chico navarro, de la Ribera del Ebro, hijo de un carabinero. A este rival le llamaban el Cacho, porque era zurdo.

¡Bueno! vamos a hacer una apuesta si quieres. Con mucho gusto. ¿Estás hoy malo?... No tienes buen semblante. , no me encuentro bien... acabo de tener una escena muy desagradable con Calvat. ¡Ah!... precisamente salía cuando yo entraba. Ese miserable ha jurado a mi mujer un odio mortal. , desde hace tiempo. Ahora mismo la difamaba de una manera horrible.

Hasta el presente es sólo a , de toda la familia, a quien quiere. Claro está que no hablo del pequeño marqués: ya sabe usted que lo quiso desde el primer día. En cambio manifiesta a mi pobre hijo una indiferencia que se parece mucho al odio. También es verdad que ya no le maltrata como antes y soporta sus atenciones con una especie de resignación.

Palabra del Dia

bagani

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