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Que no los puede ver ni pintados. Lo creo... ¡Valientes pillos! Sin embargo, dígame usted: ¿No volvería a tener amistad con alguno de ellos, si la solicitara? Con ninguno... dijo Fortunata. ¿De veras? Piénselo usted bien. Fortunata lo pensó, y al cabo de un ratito, la lealtad y buena fe con que se confesaba mostráronse en esta declaración: «Con uno... qué yo... Pero no puede ser».

La solicitud de los administradores de correos en Filipinas para que las cartas todas venidas del estranjero y en barcos del mismo se lleven á su oficina y devenguen portes como las otras conducidas por buques españoles, no es nueva, y aun administrador hubo que solicitára porte doble; mas esto no es del caso: es lo cierto que desde que el correo en Filipinas empezó á regularizarse, los administradores todos hicieron á su ingreso la pretension antedicha, habiéndose puesto mas de una vez en ejecucion, y siempre se ha revocado: ¿por que ha sucedido asi? no alcanzamos otra razon que traer en respuesta, sino que el perjuicio para el comercio era efectivo, pues de no ser asi, la medida hubiera sido adoptada y hubiera continuado cuando llegó á establecerse; ha sucedido lo contrario, luego la consecuencia es lejítima, que era perjudicial y onerosa al comercio.

Conoció a la dama que os he dicho, y aunque ella no le diese causa ni razón alguna para que a su honra se atreviese solicitándola, que el que solicita a una mujer casada, por serlo, la desprecia, que si no la creyera capaz de una vileza, no la solicitara; solicitola, y ella, que calzaba muy altos los puntos de la honra, indignose, y por no afligir e indignar al viejo marido, que a más de ser únicamente hombre de leyes, no estaba en edad de mantener espada en la mano contra mozos, y aun mozos bravucones, no queriendo dejar sin castigo aquel de todo punto sin disculpa atrevimiento, confiose a un alguacil de los más agrios de la cámara de su esposo, hombre de puños y de alientos, y díjole: Cedacillo, tan leal eres a tu amo y a , que hacerte quiero una confianza, esperando que harás lo que te cumple, en agradecimiento a lo que a tu señor y a mi nos debes, y es que si te atreves des una apretada vuelta, como tuya, a cierto bravo mancebo, alférez de los alabarderos del virey, que se llama Gaspar de Valcárcel, y que cuando le apretares los puños, le digas: «Ahí va eso de parte de mi señora

Nació en plena corrupción colonial, cuando era Cuba mártir, el vertedero de todo lo podrido, el refugio de todos los estorbos, de todos los hambrientos y desocupados de España, cuando era nuestra tierra, el criadero de una milicia viciosa y enfermiza, robada a la Agricultura y a la Industria de su país; cuando era esta ciudad, jardín de América hoy, corral blando y holgado de Capitanes Generales infecundos, logreros e imperiosos; cuando la bandera roja y gualda flotaba sobre nuestra casa y a su sombra los cubanos estaban condenados a perpetua cobardía y los españoles autorizados para enriquecerse y engordar sus vicios insolentes; cuando el criollo moría en la miseria y el peninsular paseaba satisfecho en el carruaje comprado con el oro que manaba del crimen; cuando había más cárceles que escuelas, y el látigo infamante chasqueaba sobre las espaldas de los hombres de una raza tan necesitada de justicia como la nuestra; cuando el cubano que no se sometía a servir de celestino al pisaverde madrileño que lo solicitara, iba a purgar su osadía en el presidio; cuando el talento de los nativos dormía echado bajo la bota del déspota ceñudo, y la capa torera sobre los hombros y la cinta de hule en el sombrero, eran los únicos pasaportes de honor y las únicas cédulas de vida, verdaderas.

Volved, pues, pueblo norte-americano, por vuestras legendarias libertades; llevad la mano á vuestros corazones, y decidme: ¿Os sería agradable que en el curso de los sucesos, Norte-América se encontrara en la triste situación de un pueblo débil y oprimido, y Filipinas nación libre y poderosa, en guerra con vuestros opresores, solicitara vuestro auxilio, prometiéndoos libertar de tan pesado yugo, y después de vencer á su enemiga con vuestra ayuda, os sojuzgara, negándoos esa libertad?