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Este cultivo de secano, que viene a ser toda nuestra agricultura, es un llamamiento que la desidia española hace al hambre; una demostración perpetua del fanatismo, que confía en la rogativa y en la lluvia del cielo más que en los adelantos de los hombres.

Pero en ese terreno cunde mejor la avellana que en el nuestro. Estoy en fe que tu padre no apañó menos este año de diez ó doce cargas. Diga usted quince, tío Lalo, y dirá la verdad replicó el chico sonriendo triunfalmente. ¡Lo ves ! El tío Lalo se puso á loar las tierras de secano por lo mismo que las suyas eran de regadio.

La socialización de la propiedad se hará en toda España antes que en Galicia, donde no falta quien ya la considere hecha. En Galicia la tierra es de todos; pero tan pronto como un gallego traspone su propio ferrado de secano o de regadío, cada paso que da le cuesta un pleito. Los andaluces tienen una fama de generosos contraria a la de los gallegos, y es muy posible que esta fama esté justificada.

Como en el pueblo, si bien había dos licenciados y tres doctores en Derecho, eran abogados Peperris, o sea, de secano, todos acudían a don Paco, que rábula y jurisperito, sabía más de leyes que el que las inventó, y los ayudaba a componer o componía cualquier pedimento o alegato sobre negocio litigioso de algún empeño y cuantía.

El joven se sentó enfrente de los viejos al otro extremo de la cocina en una tajuela dejando en el medio el lar sobre el cual ya no había fuego. Flora después de vacilar un poco vino á sentarse á su lado. ¿Habéis metido ya toda la yerba en la tenada? preguntó el tío Lalo. Está toda dentro desde el miércoles. ¿Mucha? Poca, poca. Nuestro terreno es de secano y este año ha caído poca agua. Verdad.

Tomó entonces unas tierras cerca de Sagunto: campos de secano, rojos y eternamente sedientos, en los cuales retorcían sus troncos huecos algarrobos centenarios ó alzaban los olivos sus redondas y empolvadas cabezas. Fué su vida una continua batalla con la sequía, un incesante mirar al cielo, temblando de emoción cada vez que una nubecilla negra asomaba en el horizonte.

El terreno subía; comenzaban los campos pedregosos de secano, las primeras estribaciones de la sierra. El camino iba serpenteando entre arboledas. Pasaban ya ante las ventanillas del carruaje los primeros olivos. Febrer los conocía, había hablado de ellos muchas veces, y sin embargo, sintió la sensación de lo extraordinario, como si los viese por primera vez.

El sol radiante, que brilla en el cielo despejado y dora el aire diáfano, hace más espléndida la escena. Increíble multitud de pájaros la anima y alegra con sus trinos y gorjeos. En Andalucía, huyendo de la tierra de secano, buscando el agua y la sombra, se refugian las aves en estos oásis de regadío, donde hay frescura y tupidas enramadas.

Sariaya posee un extenso término de terreno pingüe y feraz, situado en la ladera del monte Banajao. Su agricultura es la siembra de arroz, no solo de secano, sino que mucho más de regadío, por consiguiente, coge dos cosechas. A pesar de ser un pueblo de 1.200 vecinos, coge tanto arroz como Tayabas, siendo de mejor calidad.

A uno y otro lado se ven magníficos cocales y extensos terrenos, tanto de secano como de regadío, perfectamente labrados para la siembra de palay. El cultivo de la tierra mantiene cerca de ella á sus dueños que viven en pintorescas y limpias casitas.