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Abramos un corto paréntesis para referir lo que había pasado pocas horas antes. A las siete de la noche, cruzando Benedicta por la esquina de Palacio, se encontró con Aquilino. Ella, lejos de reprocharle su conducta, le habló con cariño, y en gracia de la brevedad diremos que, como donde hubo fuego siempre quedan cenizas, el amante solicitó y obtuvo una cita para las diez de la noche.

Y con este saludable recuerdo el pobre Ben Zayb andaba con manos de plomo, no decimos piés, por no imitar al P. Camorra que tenía la avilantez de reprocharle que escribía con ellos.

Que si hoy la cultura é ilustración del indio no se encuentra á la altura que tiene derecho á exigir de ellos el pueblo que por su redención tan costosos sacrificios se impone, no hay nada que reprocharle, porque de ello no es él sólo culpable.

Luego, a todo el que iba a pedirle algo, después de reñirle rudamente y de reprocharle sus vicios y de insultarle a veces, le daba lo que le parecía, hasta que a mediados del mes se le acababa el montón de pesetas y entonces daba maíz o habichuelas siempre refunfuñando é insultando. Tellagorri decía: Esos son curas, no como los de aquí, que no quieren más que vivir bien y buenas profinas.

He escrito á la interesada para reprocharle el haberse marchado sin advertírmelo, sin decirme adiós... Ni siquiera me ha respondido... Y no era que quisiera tener un autógrafo suyo... Poseo aquí más de veinte cartas. ¿Podría usted enseñarnos una?

Yo no me atrevía a reprocharle su coquetería claramente, pero le dije varias veces que comprendía que no tuviera simpatía por , porque yo era más tosco que ella, y ella me contestó que yo le gutaba azí. Le gustaba así para mortificarme. Las tardes del domingo solíamos ir a la Alameda de Apodaca, Dolorcitas y alguna amiga suya; ellas muy elegantes, yo de marinerito.

Huberto y yo nos hemos dicho mentiras muy dulces se decía; pero, él que no se ha atrevido a hablar ¡cómo ha sabido encontrar el camino de mi corazón! Luego juzgó que era demasiado severa con Martholl; en suma no podía reprocharle nada decisivo que hubiese contribuido a la modificación de sus sentimientos. Su admiración por la conducta de Juan ¿bastaba, pues, para hacerla injusta?

Contribuía también a ello la idea suya de reprocharle de nuevo el traje sombrío que se había puesto la víspera para ir al teatro. ¡Ah! era siempre el clubman ligero, el hombre chic, eternamente esclavo de sus preocupaciones de snob y esto, en el momento mismo en que ella ansiaba sentir una emoción tierna, una solicitud afectuosa, capaz de confortarla durante el período de inquietud que atravesaba.

No es tan desnaturalizada que quiera comprometer a su hijo al mismo tiempo que a nosotros. La cólera la ofuscó, sin duda. A nosotros, que somos dichosos, nos es fácil hablar sensatamente. Debe estar indignada contra y mirarme como a un gran culpable, porque yo la he abandonado sin tener nada que reprocharle; en ocho meses no le he escrito ni una sola carta; he dado mi alma a otra.