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9 Visitas la tierra, y desde que la has hecho desear mucho, la enriqueces con el Río de Dios lleno de aguas; preparas el grano de ellos, porque así la ordenaste. 12 Destilan sobre las habitaciones del desierto; y los collados se ciñen de alegría. 13 Se visten los llanos de ovejas, y los valles se cubren de grano; dan voces de júbilo, y aun cantan. 1 Al Vencedor: Canción de Alabanza.

Fingiéndote ingeniero o perito agrícola, estás ahí enseñando a preparar los vinos y a enjertar las cepas en mejor vidueño; pero lo que enjertas es tu viciosa travesura, y lo que preparas es la desolación vergonzosa de un varón excelente, cuya sola culpa es la de haberse casado, ya viejo, con una muchacha bonita y algo coqueta. ¡Ah, no, hijo mío! Por amor de Dios y por tu bien, te lo ruego.

Por algo a modo de pudor no excitó a Juanita a que pronunciase el nombre del atrevido. Ella creía saberlo sin que Juanita lo pronunciara. Inquieta doña Inés, procuró investigar lo que más le importaba y dijo: Pero ¿qué cita es esa a que aludes? ¿A qué duelo, a qué singular combate te preparas?

Donde iré es a la gloria, casándome con mi riuseñor moreno, llevándomelo al nidito de Matanzuela... Pero ¡ay, niña! ¡Lo que yo sufrí desde aquel día! ¡Las penitas que pasé para decirte «te quiero»! Venía a Marchamalo por las tardes cuando había hecho buen alijo, con una porción de indirectas bien preparás para que me comprendieses, y ¡! como si fueses la Dolorosa, que mira lo mismo en Semana Santa que en el resto del año.

Las listas de muertos no habían dicho nada tal vez de los ausentes. Y las cartas seguían partiendo hacia las líneas alemanas: unas cartas que nunca recibiría el destinatario. «Contesta. Cuando no escribes es tal vez porque nos preparas una buena sorpresa. No olvides el collar. Envíanos un piano. Un armario tallado de comedor me gustaría mucho. Los franceses tienen cosas hermosas...»

Si de otras cosas que sabía también, y tiempo hacía, no le había hablado, sino con indirectas y sin insistir, ahora le convenía darse por enterada claramente; y así, le dijo un día a la mesa, a los postres, en presencia de Nepomuceno: Vamos a ver, hombre, ¿por qué me tienes tan callado lo que me preparas? ¿Es que quieres sorprenderme? ¿Lo que te preparo?