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19 Tu boca metías en mal, y tu lengua componía engaño. 20 Tomabas asiento, y hablabas contra tu hermano; contra el hijo de tu madre ponías infamia. 23 El que sacrifica alabanza me honrará; y al que ordenare su camino, le enseñaré la salud de Dios. 1 Al Vencedor: Salmo de David, cuando después que entró a Betsabé, vino a él Natán el profeta.

Esta pícara imaginación... Es como cuando te ponías enfermo y delirante esperando ver salir una carta que no salía nunca. Francamente, yo me creía más fuerte contra esta horrible neurosis de la carta que no sale». Una noche que hacía mucho frío, entró el Delfín en su casa no muy tarde, en un estado lamentable. Se sentía mal, sin poder precisar lo que era.

Con la mitá de lo que tengo te quisiera yo ver, mediquín, matasanos de los demonios, a ver qué cara ponías... ¡Pues hombre!... Intervinimos todos, Neluco inclusive, para calmarle, y se calmó pronto; pero no apuntó la menor idea de prepararse a bien morir. Sobre este punto venía muy contrariado el médico.

¡Imposible! replicó éste después de observar con gran fijeza a Nieves que parecía algo pesarosa de su arranque . Y ¿por qué ha de serlo? ¿Qué motivos hay para que lo sea? Hasta ahora todo te parecía simpático en él. La mayor tacha que le ponías era su lenguaje; y no porque te sonara mal, sino por extrañarte el sonido. ¡Bien poca cosa tenías que tacharle!

Lavaste, Elvira, unos paños, Que nunca blancos volvías, Que las manos que ponías Causaban estos engaños; Yo, detrás destos castaños, Te miraba con temor, Y vi que amor, por favor, Te daba a lavar su venda: El cielo el mundo defienda, Que anda sin venda el amor. ¡Ay, Dios! ¡Cuándo será el día, Que me tengo de morir, Que te pueda yo decir: ¡Elvira, toda eres mía! ¡Qué regalos te diría!

Doña Manolita suspiraba, acariciaba a doña Luz, la miraba compasiva, la escuchaba muy atenta, y se callaba. Por último, se le ocurrió decir: Pero ¿qué desesperación es la tuya? ¿No ponías en tu billete que deseabas la vida? ¿No me hablabas de una esperanza? : la tengo contestó doña Luz . Por ella, sólo por ella no me he muerto.

En tu fosa los hombres colocaron Pobre inscripcion en tabla sepulcral: «Aquí yacen los restos»... mas abajo: «Que murió de veinte años á la edad!» ¡Veinte años! cuando el pié aun vacilante Ponías de la vida en el umbral, Cuando para tomar aliento nuevo Te sentaste un momento á reposar... Y reposaste en ese frio lecho En que se acuesta el mísero mortal, Con la cabeza de la en la almohada Y en brazos de la inmensa eternidad.