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Por mi parte os prometo media azumbre de vino los domingos, mientras estemos en poblado, dijo el otro. Es gascón y del añejo, agregó guiñando un ojo para dar más valor á su oferta. No, no puede ser, contestó el joven. Otro es mi destino y si he de llegar á él en sazón no puedo permitirme muchas paradas tan largas como ésta. Con Dios quedad.

Quizá se deba a que la belleza de la mujer tiene ascensos y descensos y momentos de plenitud. De todos modos, voy a permitirme dar a las señoritas un consejo, fruto de mi experiencia. La entrada en un baile tiene singular influencia para el resto de la noche. Es necesario, como vulgarmente se dice, entrar con buen pie. Al efecto, nunca se debe entrar sola en el salón. Ello es de mal agüero.

Yo tengo derecho a permitirme estas libertades por la amistad que les tengo a los dos, y porque ha tiempo que les vengo aconsejando se decidan a dejar a un lado los misterios, secreticos y trampantojos que a nada conducen, señor, y que por lo general suelen redundar en desdoro de la persona.

Aquí de mi inglés, me dije, y comencé: Señorita, según lo que he oído al caballero que acaba de bajar, y creo que es su padre de usted, usted tiene el billete de una de las dos camas de esta división. Ahora bien, como yo tengo el de la de abajo, que por muchos motivos es la más cómoda, suplico a usted quiera permitirme que le proponga un cambio.

Señorita, y ¿con qué título puedo yo permitirme comentar sus actos ni aquilatar sus gustos? No se trata de eso. ¿Es que le parece a usted mucho dinero? Cuando yo tengo confianza con Vd., debía Vd. tenerla conmigo. El marco es hermoso y vale lo que cuesta. No es Vd. sincero. ¿Por qué, señorita? Se lo conozco a Vd. en la cara; sea usted franco, hombre, sea Vd. franco.

Mi buen sentido y mi experiencia por mis viajes son lo único que puede permitirme hacer a Vd. algunas indicaciones. ¿Y en cuanto a ganados? Estos montañeses los poseían en pequeña cantidad, y en su mayor parte vacuno. Ahora se consagran con más empeño al ganado menor.

Tengo, pues, la necesidad de ser amado, en distinta forma que la de una amistad de colegio... No protestes; te estoy muy agradecido por la adhesión que me demuestras y que no dudo me conservarás, suceda lo que quiera. También me cumple decirte que te quiero mucho. Pero has de permitirme que considere un poco tibias las afecciones que me han tocado en suerte.

Vete á jugar, repitió la madre, pero no te internes mucho en el bosque, y ten cuidado de venir en el instante que te llame. , madre, respondió Perla, pero si fuere el Hombre Negro, ¿no quieres permitirme que me quede un rato para mirarlo con su gran libro bajo el brazo? Vete á jugar, tontuela, dijo la madre impaciente, no es el Hombre Negro. Ahora puedes verlo por entre los árboles.

Perdóneme; ¿quiere usted permitirme que le pregunte, señorita, si monta usted ese animal? , señor, pero con dificultad. ¡Pues bien! puede ser que ella sea menor cuando lo haya yo montado una ó dos veces. Esto me decide. Haga usted ensillar á Proserpina, Alain.

Ya sabe usted, señor don Claudio contestó Carrascosa que me acusaron de realista y me quitaron mi destino. ¿Yo qué iba á hacer? ¿Iba á morirme de hambre? Las ideas no dan de comer, amigo. Usted, que es rico, puede ser liberal. Yo soy muy pobre para permitirme ese lujo. ¡Solemne tunante! Lo que hago es estar al cabo de todo. ¿Quiere usted que acabe de ser franco?