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Sin embargo, debí de estar blando en la argumentación, porque ella insistía cada vez con más fuerza, y por un momento creí ser derrotado. Entonces capitulé. Le dije que, aun suponiendo, lo cual no era probable, que las señoritas que allí asistieran se enamoraran de , nada malo podía redundar para ella, puesto que yo estaba ya perdidamente enamorado, y en mi corazón no cabía otro amor.

Una alteración de personal que hubo por entonces en la imprenta, inspiró a Millán la idea de que aquel favor, que su amigo frecuentemente le hacía, sólo para ganar tiempo y anticipar la hora de salir juntos, podía redundar para Pepe en una ganancia, no grande, pero oportuna, dada la situación de su casa, donde la necesidad se iba entrando a banderas desplegadas desde que comenzó a agravársele a don José la enfermedad de las piernas.

Yo tengo derecho a permitirme estas libertades por la amistad que les tengo a los dos, y porque ha tiempo que les vengo aconsejando se decidan a dejar a un lado los misterios, secreticos y trampantojos que a nada conducen, señor, y que por lo general suelen redundar en desdoro de la persona.

Como esto tenía visos de milagro, al decir de la gente, nuestra joven se apresuró a consultar con su confesor si debía continuar cediendo a los ruegos de las afligidas madres, y el sacerdote, después de tomarse un día para reflexionar, le contestó que no veía ningún inconveniente, antes creía que de ello pudieran redundar algunas ventajas a la fe. ¿Cómo es posible, preguntó María, que Dios quiera obrar actos milagrosos por medio de una criatura tan ruin y tan pecadora como yo?

Cuanto hasta aquí te he dicho, ¡oh Anselmo!, ha sido por lo que a ti te toca; y ahora es bien que se oiga algo de lo que a me conviene; y si fuere largo, perdóname, que todo lo requiere el laberinto donde te has entrado y de donde quieres que yo te saque. me tienes por amigo y quieres quitarme la honra, cosa que es contra toda amistad; y aun no sólo pretendes esto, sino que procuras que yo te la quite a ti. Que me la quieres quitar a está claro, pues, cuando Camila vea que yo la solicito, como me pides, cierto está que me ha de tener por hombre sin honra y mal mirado, pues intento y hago una cosa tan fuera de aquello que el ser quien soy y tu amistad me obliga. De que quieres que te la quite a ti no hay duda, porque, viendo Camila que yo la solicito, ha de pensar que yo he visto en ella alguna liviandad que me dio atrevimiento a descubrirle mi mal deseo; y, teniéndose por deshonrada, te toca a ti, como a cosa suya, su mesma deshonra. Y de aquí nace lo que comúnmente se platica: que el marido de la mujer adúltera, puesto que él no lo sepa ni haya dado ocasión para que su mujer no sea la que debe, ni haya sido en su mano, ni en su descuido y poco recato estorbar su desgracia, con todo, le llaman y le nombran con nombre de vituperio y bajo; y en cierta manera le miran, los que la maldad de su mujer saben, con ojos de menosprecio, en cambio de mirarle con los de lástima, viendo que no por su culpa, sino por el gusto de su mala compañera, está en aquella desventura. Pero quiérote decir la causa por que con justa razón es deshonrado el marido de la mujer mala, aunque él no sepa que lo es, ni tenga culpa, ni haya sido parte, ni dado ocasión, para que ella lo sea. Y no te canses de oírme, que todo ha de redundar en tu provecho. Cuando Dios crió a nuestro primero padre en el Paraíso terrenal, dice la Divina Escritura que infundió Dios sueño en Adán, y que, estando durmiendo, le sacó una costilla del lado siniestro, de la cual formó a nuestra madre Eva; y, así como Adán despertó y la miró, dijo:

Y con esto se volvieron a subir en Clavileño, y al subir dijo don Quijote: -Tapaos, Sancho, y subid, Sancho, que quien de tan lueñes tierras envía por nosotros no será para engañarnos, por la poca gloria que le puede redundar de engañar a quien dél se fía; y, puesto que todo sucediese al revés de lo que imagino, la gloria de haber emprendido esta hazaña no la podrá escurecer malicia alguna.

No es esto decir que yo desease o temiese un conflicto con él. En interés del Rey convenía seguir guardando el secreto, y mientras éste no se descubriese tenía yo las mejores cartas en mi juego. Toda dilación había de redundar forzosamente en perjuicio del Duque.

Pero cuando Preciosa vió a don Juan ceñido y aherrojado con tan gran cadena, descolorido el rostro y los ojos con muestra de haber llorado, se le cubrió el corazón, y se arrimó al brazo de su madre, que junto a ella estaba, la cual, abrazándola consigo, le dijo: Vuelve en ti niña; que todo lo que vees ha de redundar en tu gusto y provecho.

Pero sólo la voluntad de hierro de Felipe II concedió á la Inquisición atribuciones ilimitadas, y el derecho de castigar con insólito rigor la falta más leve, que pudiese redundar en desdoro de la religión dominante, convirtiéndola en instrumento docilísimo del despotismo y de la arbitrariedad, y en fácil auxiliar del poder político para obligar á sus súbditos á la más servil obediencia.

-También pudieran callarlos por equidad -dijo don Quijote-, pues las acciones que ni mudan ni alteran la verdad de la historia no hay para qué escribirlas, si han de redundar en menosprecio del señor de la historia. A fee que no fue tan piadoso Eneas como Virgilio le pinta, ni tan prudente Ulises como le describe Homero.