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Como Elena no podía sospechar el cambio de ideas que se había realizado en Canterac después del duelo, ni tampoco la breve conversación de éste con Watson al marcharse, atribuía dicho trastorno en la actitud del joven á la influencia de Celinda. «Me lo ha tomado otra vez pensó . Esa muchachuela rústica me cierra el único camino que podía seguir. ¡Ay! ¡cómo la odio

¿Cuándo? preguntó Salomé tomando aliento, porque ya el aliento le faltaba. El domingo por la tarde. ¿A qué hora? A eso de las cinco. ¡Cuando estábamos en la procesión! ¡Qué escándalo! Esa niña desvergonzada ... esa muchachuela.... Bien me lo sospechaba yo dijo Paz, con las manos puestas en la cabeza y paseándose por la sala como una loca.

Tal vez á aquella misma hora Ricardo iba en busca de la muchachuela que había intentado golpearla con su látigo... Nunca, en el curso de su complicada historia, que ella sola conocía exactamente, se había encontrado en peor situación.

Pero ¿acaso mi escepticismo no había alcanzado también a ella? ¿Acaso no la había creído una muchachuela picardeada en una casa de vecindad y amaestrada por un fraile hipócrita? ¿Acaso no había huido de ella como quien huye de un peligro?

La muchachuela corrió en pos de su naranja; pero mientras más corría, más la naranja se adelantaba, sin que jamás se parase y sin que ella llegase a alcanzarla en la carrera, si bien no la perdía de vista.

Como Robledo permaneciese silencioso, Elena volvió á apoderarse de la botella para llenar su copa, apurándola con lento regodeo. Mientras bebía señaló con los ojos á la muchachuela, que continuaba fumando y tosiendo. Es cómo todas las de ahora: morfina, cocaína, etcétera... Yo soy de mi época, estilo antiguo; las tales drogas me ponen enferma. Sólo creo en lo clásico.

En éstas y otras comenzó a darme en la nariz un olor muy agradable de fritangas, y con él entró en la sala un rapaz como de seis años, con la jeta muy pringosa y la ropilla estropeada; después otro de igual pelaje, pero de menos edad; enseguida otro menor que los dos; luego una muchachuela rubia, de ojos saltones, muy enjuta de canillas y larga de brazos; tras ella, otra rapaza morena, carrilluda, de ojos negros y gruesas pantorrillas, la cual traía de la mano a un chiquitín muy risueño que se tambaleaba al andar con sus patucas estevadas; y, por último, llegó el muchacho que con su descomedida diligencia había sido la causa de cuanto estaba sucediendo allí.

Alrededor de esta mujer había, sentados en el suelo, dos chicos y una muchachuela, tan sucios y mal ataviados como ella, de quien eran dignos vástagos. El cortejo fué penetrando acompasadamente en la sala. Los hombres formaron una línea contigua á las paredes, y las mujeres otra, algunos pasos más al centro.

Su madre encontraba que en la posición algo señoril, desahogada y decorosa en que ya imaginaba hallarse, y atendido el desenvolvimiento físico de Juanita, que había llegado a transformarse de muchachuela en una magnífica y real moza, no estaba bien y era darse poquísimo tono el ir por agua a la fuente como la más plebeya y humilde pelafustana.

¡Sería gracioso que quisiera usted casarse con una muchachuela! añadió con sarcasmo. Tampoco se trata de eso; pero si usted tuviera algún antecedente... ayundándome usted y gastando cuanto fuese necesario, acaso lograríamos encontrar a sus padres. ¿Y para qué quiere más padres que usted? Necesité hacer un esfuerzo para contener la cólera que me causaba la fría insolencia de aquella mujer.