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Mi tío, entre tanto, jadeando y tosiendo y pasando entre los dedos sarmentosos de su diestra cuentas y más cuentas del rosario, y reza que reza entre dientes, sin darse por enterado de lo que ocurría en su derredor, ni contestar más que con un gesto avinagrado a la menor pregunta que se le hiciera. Antes de morir con el cuerpo, estaba ya en el otro mundo con el espíritu.

Cuando esta llegaba a su vivienda, ya don Francisco, fatigadas vista y cabeza por haber leído dos o tres periódicos después del trabajo del cenotafio, se había metido en la cama y dormitaba tosiendo unos ratos y roncando otros.

Como Robledo permaneciese silencioso, Elena volvió á apoderarse de la botella para llenar su copa, apurándola con lento regodeo. Mientras bebía señaló con los ojos á la muchachuela, que continuaba fumando y tosiendo. Es cómo todas las de ahora: morfina, cocaína, etcétera... Yo soy de mi época, estilo antiguo; las tales drogas me ponen enferma. Sólo creo en lo clásico.

Hízolo así el tío Frasquito, lleno de miedo, y creyendo ya poder aventurarse a salir con algunas precauciones, presentóse aquella noche en casa de Currita, en el taller de las hilas, tosiendo lastimosamente y ofreciendo a todas las damas caramelitos de rosa, único remedio para la horrible tos que le había dejado el pertinaz catarro.

Pero cuando los bravos guerreros brabanzones se agitaron en la escena, viendo a lo lejos el misterioso cisne y su barquilla, y se fue armando en la imperial corte una batahola de dos mil demonios, el público, por acción refleja, se movió ruidosamente, arrellanándose en el asiento, tosiendo, suspirando, revolviéndose para hacer provisión de silencio. ¡Qué emoción!

No vacilé más: busqué a mi tío, le hallé en su cuarto cerca de un brasero, hojeando unos papeles, tosiendo mucho y moviéndose mal debajo de la espesa ropa que le abrumaba, a la tétrica luz de la media tarde y al ruido ingrato de las celliscas y de los truenos que no cesaban afuera. Me anuncié preguntándole desde la puerta si podía hablar con él cuatro palabras sin molestarle.

Mas el tiempo en que permanecí indeciso fue suficiente para que el cura se marchara y, tosiendo hasta reventar, se alejase hacia el altar mayor, donde su negra silueta se abatió para alzarse de nuevo y salir por la puertecita lateral. La iglesia quedó al fin verdaderamente solitaria. Mis ojos, habituados ya a la oscuridad, podían explorar todos sus rincones.

En este momento pasó Isidro junto a ellos por cuarta o quinta vez, mirando, tosiendo, haciendo esfuerzos para que Ojeda reparase en él y le diese motivo de intervenir en la conversación. Nélida le llamó.

Los chicos se rieron del percance, hallando el castigo de Marroquín muy en su lugar. En cambio, el cura se puso cada vez más hosco, y comenzó a pasearse solo tosiendo y escupiendo a menudo y llevando la mano al bajo vientre. Cuando llegó la hora de la cena, no probó bocado; los alumnos se hacían guiños y contenían a duras penas la risa.

Vean, oigan esto... Un buen día, viene a verme mi hermana... Dicho sea de paso, ella hacía causa común con toda esa gentuza... Entra, pues, en mi aposento, mostrando en sus labios la sonrisita falsa que adoptan las solteronas cuando se hace alusión delante de ellas a la manera cómo vienen al mundo las criaturas. Tengo que hablarte, Jorge me dice, tosiendo afectadamente, sin mirarme.