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Las sociedades, claro, tienen sus edades como las personas: hay sociedades que están mamando, sociedades que andan a gatas, sociedades pollas, sociedades jóvenes, y por fin, las maduras y dueñas de ; sociedades con barbas, en una palabra, y también con algunas canas.

Con estas dudas declaran los tales su furibunda aplicación. Fuera de la Universidad, la fiebre de la ciencia le traía muy desasosegado. Por aquellos días no era todavía costumbre que fuesen al Ateneo los sabios de pecho que están mamando la leche del conocimiento. Todos los dineros que su papá le daba, dejábalos Juanito en casa de Bailly-Baillière, a cuenta de los libros que iba tomando.

Ese angelito debiera estar mamando, y le van a dispensar la edad para que sea diputado repuso la condesa . Como que no tiene más años que , Gabriel. Vaya unos legisladores que nos hemos echado. Aquí tenemos Solones de veinte abriles. Querida condesa dijo la otra desde aquí veo todas las narices y toda la boca de D. Juan Nicasio Gallego. Está abajo entre los diputados. , allí está.

Aunque se armó gran algazara, la moderó algún tanto el cura de Boán recordando las diversas ocasiones en que se oían contar casos análogos: culebras que se encontraban en los establos mamando del pezón de las vacas, otras que se deslizaban en la cuna de los niños para beberles la leche en el estómago....

27 El buey, o el cordero, o la cabra, cuando naciere, siete días estará mamando de su madre; mas desde el octavo día en adelante será acepto para ofrenda de sacrificio encendido al SE

Hablaban de la «plaza vieja» de Madrid, donde sólo se conocieron toros y toreros de «verdad»; y aproximándose a los tiempos presentes, temblaban de emoción recordando al «negro». Este «negro» era Frascuelo. ¡Si hubieses visto aquéllo!... Pero entonces y los de tu época estabais mamando o no habíais nacido.

Aumentábase su compasión hacia Perucho, el rapaz embriagado por su propio abuelo; le dolía verle revolcarse constantemente en el lodo del patio, pasarse el día hundido en el estiércol de las cuadras, jugando con los becerros, mamando del pezón de las vacas leche caliente o durmiendo en el pesebre, entre la hierba destinada al pienso de la borrica; y determinó consagrar algunas horas de las largas noches de invierno a enseñar al chiquillo el abecedario, la doctrina y los números.

¡Maldito sea usted y quien le ha engendrado! ¡Maldita sea la hora en que ha nacido! ¡Permita Dios que su esposa vea siempre esas manos teñidas de sangre! ¡Maldita sea ella también! ¡Maldita la leche que ese niño está mamando...! ¡Malditos seáis todos, malditos, malditos, malditos...! Clara cayó sobre la alfombra con el niño entre los brazos. Tristán acudió a socorrerlos.