United States or Singapore ? Vote for the TOP Country of the Week !


A esto replicó Rafaela, que pecar era detestable medio de prevenir el pecado; le aseguró que velaría sobre él para que no se extraviase, y reiterándole repetidas veces la seguridad y la promesa de que aún le amaba con la amistad más pura, y de que seguiría amándole siempre, se quejó de dolor de cabeza, dijo que necesitaba estar sola y hasta le empujó con maternal familiaridad para que se largase, llamando a Madame Duval, a fin de que le acompañara hasta la misma puerta del hotel.

¿Y ese usted? ¿ese encogimiento...? Yo... yo soy siempre la misma: siempre contenta, siempre amándole a usted, siempre dando gracias a Dios por el bien que me ha hecho... Me parece, Amparo la dije conmovido que sufres, que no eres feliz, que estás contrariada.

¡Oh! ¡Dios mío! dijo, comprendiéndolo todo ¿con qué tanto la ama usted? Amparo me ha convertido en un niño le respondí. ¡Que feliz hubiera sido amándole a usted! No pensemos en eso. Le he llamado a usted, no para hablarle de mi amor, sino para pedirle que me ayude, que me auxilie. ¿Y en qué? ¿Cómo? Yo comprendo que Amparo ha entrado en el convento desesperada.

En las obras principales y mejores de Montalvo se advierte la mencionada cualidad. Enamorado del modelo, le imita y anhela superarle, pero respetándole y amándole siempre.

Sin duda ya era tarde, pero aunque no pudiera seguir amándole, debemos creer que habría vivido ciertamente tranquila, si no serena. Fuera de eso, no existía el bien para ella.

Y como el alma ama a Dios y todo está en Dios, el alma lo ama todo amándole. Y lo ama todo, no ya interesadamente, como lo amaba antes, sino con desinterés, porque quien tiene a Dios ¿qué más quiere ni desea? Así el alma ama a las criaturas como Dios las ama, y quiere que todas se vuelvan a Dios y le amen, y que el tesoro del amor divino sea para todas ellas.

Para nosotros y para nuestros lectores y para la duquesa, aquella exclamación salía del corazón de la madre y de la amante. Porque doña Juana, enemiga política del duque de Osuna, le amaba; continuaba amándole en secreto; el duque de Osuna era la pasión de toda su vida.

Para todo lo demás, su cariño hallaba atenuación o disculpa; aun convencida de su maldad, seguiría amándole; pero ansiaba ser solo, único, absoluto dueño de su albedrío. Dispuesta se hallaba a compartir la infamia de aquel hombre, pero no a poseer su corazón a medias con otra mujer.

Ya que le pierdo, y quizá para siempre, conozco cuánto vale, y le amo; perdidamente le amo. Y para que veas mi indignidad y mi vileza, amándole le he faltado: he atravesado su corazón con el puñal venenoso de los celos. Yo tengo la culpa, y don Andrés está disculpado. Yo le atraje, yo le provoqué, yo le trastorné el juicio, y me faltó al respeto, hizo lo que yo merecía.

Estas almas se aman y se gozan entonces, como si amaran y gozaran a Dios: amándole y gozándole, porque Dios son ellas.