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Dícennos que la montaña es una creadora; vierte en las llanuras las aguas fertilizadoras y les envía el légamo alimenticio; con la ayuda del sol, da nacimiento á plantas, animales y hombres; da flores al desierto y lo siembra de ciudades felices.

Rafael habló a don Fernando de sus costumbres extraordinarias, que muchas veces había oído relatar al padrino: sus baños de mar en Cádiz en pleno invierno, ante la gente, que temblaba de frío; sus regresos a casa en cuerpo de camisa después de dar la chaqueta a un compañero menesteroso; su régimen alimenticio, que no podía pasar de los treinta céntimos diarios.

En siglos pasados, cuando nuestros ascendientes ignoraban el arte de cultivar el suelo y sembrar el grano alimenticio para convertirlo en espiga, el hombre que no tenía el recurso de la antropofagia, había de recurrir, para alimentarse, á desenterrar raíces del suelo, á comerse las matas de hierbas sabrosas, los cadáveres de los animales cazados en el bosque y los peces cogidos en el mar ó en los ríos.

El marino vió en esta miseria física el triste final de un régimen alimenticio absurdo, alegre y pueril: los dulces sirviendo de base de nutrición, los grandes arroces como plato diario, las sandías y melones llenando el intermedio entre las comidas, los helados servidos en copas enormes, esparciendo el perfume de su nieve melosa.

Pero cada vez era más grande su aborrecimiento y desprecio por el sistema alimenticio del país que le vió nacer. Después del potaje vinieron los puches de harina de maíz. Celso volvió á sonreir y á resoplar. ¡Rediós, farrapas! Y escupiendo por el colmillo al uso gitano les propuso que ya que tenían la desgracia de alimentarse con «tal basura» le echasen siquiera un poquito de azúcar y de canela.

Y pensaba en su hermano el médico, que vivía retirado en la casa paterna, allá en la Marina, un hombre excelente pero algo loco, al que llamaban el Dotor las gentes de la costa y el poeta Labarta apodaba el Tritón. Cuando de tarde en tarde aparecía el Tritón en Valencia, la hacendosa doña Cristina modificaba el régimen alimenticio de la familia. Este hombre sólo comía pescado.

En vano sometiose a un régimen más alimenticio el indignado millonario de la calle de Verneuil. Considerando que una buena alimentación, digerida por un estómago sólido, aprovecha por igual a todas las partes del cuerpo, se impuso la dulce ley de embaularse sendas tazas de caldo, sendos tajos de carne ensangrentada, regados con los más generosos vinos.

Rafael, en cuatro cucharadas, se tragó su ración, poniéndose al nivel de los demás cuando salió el cocido, dos fuentes magníficas, que exhalaban un vaho consolador, un tufillo alimenticio que se colaba hasta el fondo del estómago.

No contento en devorar con la mirada la nueva verdura, se le veía de vez en cuando arrancar furtivamente de sus tallos algunos nuevos y apetitosos brotes, hojas no desarrolladas aún, y llevarlas á sus labios, con una curiosidad de botánico. He podido asegurarme que este recurso alimenticio que me había sido indicado por la historia de los náufragos, tiene un valor muy mediocre.

Aquél padece del bazo... Hay escritor que perdería todo su interés en cuanto se le aplicasen unas cuantas inyecciones de algún producto más o menos alemán, o en cuanto se le sometiese a un buen régimen alimenticio.