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Aquel adversario mediocre no podía ejercitarse á estas horas; le faltaban los medios en Monte-Carlo, donde no tenía otras amistades que las de los compañeros convalecientes y algunas damas. ¡El, en cambio!... Extendió su brazo musculoso, teniéndolo rígido unos segundos con la vista fija en el puño. Ni el más ligero temblor: colocaría su bala donde quisiera.

En el centro de uno de los claustros cantaba un chorro de agua, cayendo en profundo tazón. Era una fuente con pretensiones de monumento; una montaña de estalactitas con una cueva a guisa de hornacina, y en ella la Virgen de Lourdes, de mármol blanco; una estatua mediocre, con el relamido exterior de la imaginería francesa, que el dueño del hotel apreciaba como un prodigio artístico.

»Mi padre me adora, usted lo sabe, y, a pesar del mal estado de sus negocios, se impondría los más duros sacrificios para asegurarme la dote y la renta prometidas... ¿No juzga usted que sería odioso que la vida de trabajo sobrellevada por mi padre no sirviera sino a mantener en el lujo y en los placeres a dos personas jóvenes y fuertes, mientras él debería continuar su dura labor, y condenarse a una existencia mediocre o incómoda?

Contaba ingenuamente que había experimentado una simpatía mediocre por aquel ser pálido y moribundo, pero que le había amado más de día en día a medida que le veía volver a la vida. Había acabado por ser su amigo íntimo el día en que pudo estrecharle la mano sin hacerle gritar. Fue lo mismo para Germana.

Esto es lo que quería decir para justificar el género de esta obra, en la que no se encontrarán más que caracteres esbozados, hechos entrevistos, el cuadro defectuoso, en fin, de una obra más que mediocre, que no he tenido el tiempo, ni el talento, ni la fuerza de hacer mejor. Como es mi héroe, con todos sus errores y pasiones, el que habla, pido permiso al lector para hablar de él.

Animado por el éxito, no tardó en introducir la moda de las coronas en el círculo de su familia y de sus íntimos. Todos los que le rodeaban se la encasquetaron, o así lo pretendieron por lo menos. Pero este hombre extraordinario no pasó nunca de ser un porta-corbatas mediocre.

Era una gran ciudad á la europea, en la que había que buscar tenazmente algún rincón de la antigua vida colonial para convencerse de que se había llegado á América. Experimentaba la extrañeza de vivir en un hotel mediocre y carecer de automóvil.

No me revolvía contra las adulaciones que, después de todo, no podían ya hacerme cambiar de opinión en ningún caso: las acogía como inocente expresión del juicio público en una época en que la abundancia de lo mediocre había tornado indulgente al gusto embotando el sentido acerado de las cosas superiores.

Se indignó Elena, contestando con voz dura: No pretenderás que una señora chic y que, según dicen, no es fea, viva de un modo mediocre. Cuando se goza el orgullo de ser el marido de una mujer como yo hay que saber ganar el dinero á millones.

La concepción utilitaria, como idea del destino humano, y la igualdad en lo mediocre, como norma de la proporción social, componen, íntimamente relacionadas, la fórmula de lo que ha solido llamarse en Europa el espíritu de americanismo.