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Si estuviésemos en invierno, nada te diría. Toses demasiado para pasar la noche abajo. Pero en verano, la catedral es el sitio más fresco de Toledo. ¡Las grandes noches! Y cuando llegue el mal tiempo ya te buscaremos otra colocación mejor. eres de confianza, aunque algo ligero de cabeza; de una familia honrada y conocida, que es lo que se pide. ¿Aceptas...?

¡Qué estampa de galán! con todos los vicios del catálogo... Entonces, ¿por qué le aceptas? Y a ¿qué más me da?

Por de pronto, a me ha desairado no aceptando mis barquillos.... Mira, te convido a lo que quieras, a dulces, a jerez... pero con una condición. Amparo enrollaba las puntas del pañuelo sin dejar de mirar de reojo a su interlocutor. No era lerda, y recelaba que se estuviesen burlando; sin embargo, le agradaba oír aquella voz y mirar aquel uniforme refulgente. ¿Aceptas la condición?

Porque la expiación que aceptas se ha hecho extensiva á tu madre y á tu hermana, y esto no es justo. La cara de Jacobo se contrajo y su mirada se puso triste. ; por eso he de ser severo para los que me han perseguido con su odio. Me extraviaba, madre mía, cuando hablé de misericordia, de dulzura y de caridad.

Como no podía enfadarse, Laura se rió de la malicia de su hermana... Y su hermana, tomando esta risa por su aceptación de la apuesta, exclamó triunfante: ¡Aceptas!... ¡Pues ya verás!... Pero tendrás que ayudarme en todo... Yo fingiré novios y coqueterías, ¡y vas a desmentirme!... En cambio yo no me cansaré de hacerte «réclame», insinuando tus condiciones de hacendosa y casera... ¿Estamos?... ¡Pues ya verás!...

No; yo no soy un gran señor, yo soy un desgraciado. eres más rica que yo, pues vivo de vuestra limosna... Tu padre desea para ti un marido que cultive sus tierras. ¿Aceptas que sea yo, Margalida? ¿Me quieres, «Flor de almendro»?... Con la cabeza baja, huyendo de una mirada que parecía quemarla, ella siguió hablando sin saber lo que decía. «¡Locura!

Cuando se hubo alejado el chico, me dijo: ¡Buena la hubieras hecho si no aceptas! ¡Menuda bronca te arman esos gachós! Luego me explicó que aquello en Andalucía no solo no tenía nada de particular, sino que era un acto de cortesía y franqueza que debía agradecerse.

Es cierto que me dirigió una de esas miradas que siempre tiene para enloquecerme a su gusto. Apuesto la vida a que también a ti te ha mirado alguna vez así... y a Castilla... Te apuesto la vida. Una vena azul se dibujó en las sienes de Julio y la serenidad de su semblante desapareció por algunos segundos. ¿Aceptas la apuesta? insistió Muñoz.

Después de mirar los periódicos que estaban sobre la mesa, añadió: Como creo dificilísima tu salvación, mañana mismo salimos para la América del Sur. eres ingeniero, y allá en la Patagonia podrás trabajar á mi lado... ¿Aceptas? Torrebianca permaneció impasible, como si no comprendiese esta proposición ó la considerase tan absurda que no merecía respuesta.

Andrés insistía con afán, acometido de impulso caballeroso y galante: mas no pudo vencer su obstinación. Entonces se detuvo y dijo resueltamente: No doy un paso más si no aceptas. Ella le miró sorprendida; pero viendo que, en efecto, no se movía, tomó el partido de aceptar.