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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Pues confieso á vuecencia, que no sabía yo que su majestad la reina... Vamos, señor Francisco. ¿A dónde llevásteis anoche á un vuestro sobrino? ¿Yo?... á ninguna parte dijo Montiño temiendo que lo de la cruz fuera un lazo.

Pobre soy, y en este oficio Que os he dicho, cosa es clara Que no me conoceréis, Porque los criados pasan De ciento y treinta personas, Que vuestra ración aguardan Y vuestro salario esperan; Pero tal vez en la caza Presumo que me habréis visto. D. TELL. he visto, y siempre me agrada Vuestra persona, y os quiero Bien. SANCHO. Aquí, por merced tanta, Os beso los pies mil veces.

2 vinieron a Zorobabel, y a los cabezas de los padres, y les dijeron: Edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscaremos a vuestro Dios, y a él sacrificamos desde los días de Esar-hadón rey de Asiria, que nos hizo subir aquí.

A este hombre llegó el lacayo conductor del joven, que había quedado á poca distancia, y le dijo: ¡Señor Francisco Montiño!... ¡En, dejadme en paz!, no os toca á vos dijo el señor Francisco tomando una fuente de plata con un capón asado y dándole á otro lacayo. Perdone vuesa merced, pero no es eso; vuestro sobrino...

Sin vuestro auxilio y el de vuestros amigos habría yo perdido la cabeza y sabe Dios qué suerte hubiera cabido á mi pobre Tita.... No creo que aquellos energúmenos se hubieran propasado á tal extremo, dijo el joven algo sorprendido. ¡Ah, diavolo! exclamó el otro soltando la carcajada, no hablo de mi cabeza sino de la que llevo aquí bajo el brazo.

Selló una y otra vez Cervantes los labios de Margarita, libando la ambrosia de su aliento, y reparándose al cabo y pensando en que de aquel su olvido y arrebato podía haber ocultado cuidadosos testigos la espesura, de sus brazos dulcemente separó a Margarita, y la dijo: Vuestro esposo soy; de ello no podéis tener duda, si no es que en duda ponéis mi hidalguía y mis cristianos pensamientos; y puesto que esto no tiene ya remedio, ni yo deseo que lo tenga, ni arrepentido estoy de haber llegado al punto a que me ha convidado mi por vos próspera fortuna, disimulemos, que a vuestra honra y a la mía el disimulo conviene; que no hay para qué de vos se hable ni de se diga que no he tenido valor para contener los impulsos de este violento corazón mío, que tan presto, de tal manera y para siempre, habéis hecho vuestro.

El vaso era bellísimo, y yo noté que no era de las vajillas de palacio .¿Este vaso es vuestro? le pregunté . Ese vaso no puede ser mío me contestó después de haber bebido en él vuesta majestad.

Dadme vuestro brazo á fin de que yo pueda andar de prisa, y tiremos adelante. Adelante, don Francisco, pero tiremos hacia palacio. ¡Hacia palacio, eh! pues que palacio sea con nosotros. Y marchando con cuanta rapidez les fué posible, que no era mucha á causa de la deformidad de las piernas de Quevedo, salieron de la calleja. Poco después entraban en ella muchos hombres con luces.

Señora exclamó don Juan : os lo juro por el nombre de mi padre, que conservaré sin mancha; por vuestro amor, que guardaré en lo más profundo de mi alma. Y yo os lo juro por mi honra y por la suya, madre mía. ¡Oh! ¡pues entonces, soy la mujer más feliz del mundo! exclamó, dando un grito ahogado por las lágrimas, la duquesa. Pero de repente palideció y tembló.

Yo, señora, no soy tan mal mirado Que me precie de ser vuestro homicida: Otra mano, otro hierro ha de acabaros, Que yo solo naci para adoraros.

Palabra del Dia

condesciende

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